lunes, 28 de febrero de 2011

Columnas



Cosmos
Hector Contreras

Héctor Antonio Astudillo Flores, presidente municipal de Chilpancingo ¡ya le está poniendo el cascabel al gato! Ahora, la pregunta obligada y que espera urgente respuesta es: ¿Podrá cumplir a cabalidad la exigencia del pueblo que gobierna?
Porque si bien es cierto que ya retiró la mugrosa y hedionda carpa que obstaculizó por años el centro de la ciudad, localizada bajo la fronda de lo que la gente conoce como “el árbol de los güevones”, porque ahí se dan cita cotidianamente gente jubilada y algunos desocupados, el siguiente paso es que debe “darle vida” al Bando de Policía y Buen Gobierno y quitar del Paseo de Los Portales a los “puesteros” de periódicos y revistas que se han apropiado de un espacio que es del pueblo y debiera servirle a la gente –para eso se hizo esa obra- para pasear tranquilamente por ese lugar.
Los arrogantes y ensoberbecidos expendedores de revistas y periódicos, desde hace años se apropiaron esos espacios, colocando bancos de madera o de fierro, y sobre ellos tablas donde expenden publicaciones, ocupando el ochenta por ciento del corredor.
Suponen esos voceadores “de cuello blanco” que por vender publicaciones forman parte del “cuarto poder” y se creen intocables porque en su insolente ignorancia y desequilibrada anarquía consideran que nadie les puede decir nada ni criticar, ya que “suponen” que los editores los van a “proteger”, como queriendo hacerlos cómplices de sus arbitrariedades contra la sociedad.
Están fuera de sí. De hecho siempre lo han estado. La anarquía a nadie conviene. A ellos se les destinaron espacios en el primer lustro de los años ochenta –algunos vendidos y la mayoría regalados-, para que ¡dentro de los locales! expendan publicaciones, pero no sobre el lecho del andador de Los Portales.
Héctor Astudillo Flores, ha recibido andanadas de críticas, porque la ciudadanía le dice que como alcalde debe cumplir con su obligación, y le añaden que “para eso lo eligió el pueblo mediante el voto y para eso le pagamos los contribuyentes”, para que ponga orden en la ciudad.
Por cierto que algunos comentan que el alcalde chilpancingueño “no le quería entrar al toro” de poner orden en la plaza central de la capital del estado “por cuestiones políticas o compromisos”, como le llaman algunos, pero indican también que el tiempo electoral ya se acabó, ya perdió el PRI, y el alcalde –suponen- “no tiene más compromiso real que el de servirle al pueblo”.
Entonces, ¡fuera mediocridades!, porque llegó la hora de que la ciudad, y principalmente la plaza principal de Chilpancingo, le sea devuelta a la ciudadanía. Si el señor alcalde ya empezó a retirar a las fritangueras y lo logró, si ya retiró la maloliente Carpa del Asco, y lo logró, los que siguen tienen que ser los abusivos, lángaros y ambiciosos expendedores de periódicos y revistas.
“¡O todos coludos, o todos rabones!” La gente chilpancingueña dice y dice bien: “Queremos ver en acción la mano municipal de Héctor Antonio Astudillo Flores, favoreciendo al pueblo, actuando como lo disponen los cánones de la buena vecindad”.
Y también se preguntan: “¿O qué más podemos esperar de Astudillo Flores?”.
La gente exige, entre otras cosas, que también el ayuntamiento retire los “juegos mecánicos para niños” que dicen que se han apropiado de gran parte de Los Portales. Argumentan que “los cada día más ricos dueños de esos juegos esgrimen un argumento: Es que los niños no tienen dónde divertirse en el centro de la ciudad”. Es posible que tengan razón, pero ya llevan años con lo mismo, y la autoridad municipal no hace nada. Los deja, les cede espacios y la gente supone que esas concesiones también pueden ser por “compromisos… o por otras cosas, como una untada de dinero entre quienes deben vigilar que en la plaza central haya orden”.
El problema crece, porque se va extendiendo como la humedad en las paredes, hasta que llega el momento –como éste- en que los diabólicos comerciantes que tímidamente colocaron una, dos o tres maquinitas de juegos “para los niños”, ahora ya se sienten –y de hecho son- dueños de los grandes espacios donde colocan diariamente sus “maquinitas” que no funcionan sino mediante de un oneroso desembolso que adelgaza la raquítica economía de las familias.
Y cuando la autoridad municipal los quiere quitar, debido a la exigencia y protesta pública, ¡se amparan! Y de ahí en adelante ni Dios Padre los mueve.
En el caso de los expendedores de periódicos en Los Portales, ha llegado a tanto su “control autoritario”, que ya también convirtieron en “su” estacionamiento ese espacio que linda entre los puestos de periódicos y el edificio histórico de la catedral.
Ante las barbas de la Dirección Municipal de Tránsito y ante los inspectores de Gobernación no sólo se ríen, se burlan y someten a cualquier autoridad, porque el espacio de Los Portales lo convirtieron en “su” estacionamiento particular de vehículos que, por cierto, llevan escrito en las defensas de las camionetas y en el parabrisas el término “Prensa”, como si con sólo ese detalle adquirieran patente de corso o impunidad para estacionarse en ese lugar a la hora que quieren.
La conclusión es que Héctor Antonio Astudillo Flores, en contra parte de quienes supusieron que al perder su partido político las pasadas elecciones del gobierno de Guerrero, su carrera política también quedaba sepultada, eso, a estas alturas, ya no puede considerarse así. Sobre todo en los momentos en que la lucha política para el año que viene, se vuelve cada día más cruenta.
Añorve Baños ya despacha -¡otra vez!- en la alcaldía de Acapulco, Astudillo -¡otra vez! en Chilpancingo y, ¿cuántos alcalde más del rebaño tricolor en Guerrero? Agréguense diputados locales, federales, senadores y comisarios. Es cierto que en las elecciones el Ángel de Ometepec, las ganó de calle, pero ahora –por mucho que se hable de diálogos y re-encuentros, a los priístas en funciones les corresponde demostrar a la ciudadanía que sí saben y que sí pueden gobernar. Y gobernar es nada más y nada menos que ¡poner orden en la casa! Sólo así, demostrando trabajo sólido y concreto a favor del pueblo es como se logrará atraer la confianza popular. ¿O no?