COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

En este estado donde no pasa nada, con profesores que exigen mucho y que dan poco a cambio, una entidad donde el gobierno le apuesta a la farándula para maquillar la inseguridad pública, y la desesperación; con secretarios de despacho que gastan el dinero público para poner a sus familiares, entre hermanos y cuñados, como candidatos a alcaldes, diputados locales o a federales, hay algo que brinca como chapulín en comal.

Una pregunta que describe este cuadro patético es ¿de qué nos sirve a los mexicanos saber que hay candidatos ganadores?, ¿en qué beneficia a la democracia saber que la estrategia del triunfo es efectiva sin importar el talento y los buenos oficios en el servicio?, bueno, así nos tienen, por un lado, el ex priista, Socorro Sofío Ramírez; y por otro, al priista Héctor Antonio Astudillo Flores. Dos ejemplos muy ilustrativos.

Sólo hay que poner atención a lo que nos ha dejado verbalmente Socorro Sofío Ramírez Hernández, quien se llena la boca al calificarse como un candidato ganador, pues lleva 6 eventos selectivos, que no ha perdido uno solo, eso, sin importar los resultados, al fin que eso es lo de menos, lo que interesa es estar dentro del presupuesto, inclusive, eso hay que subrayarlo, ha dicho que no importa la capacidad del político.

Eso es lo peor, no importa si se tiene inteligencia, o mejor dicho: entre más tonto, manejable y sin criterio, mejor.

Y bueno, el político que jamás acaba con ningún cargo como ya se ha hecho famoso, Héctor Antonio Astudillo Flores, se encuentra en la misma tesitura, ha presumido que en Guerrero va a ganar Enrique Peña Nieto, pues va 5 o 7 puntos arriba de Andrés Manuel López Obrador.

En este cuadro del ejemplo, todos ganan, todos son exitosos, el único que pierde es el pueblo, pero bueno, no importa, pues es un ente informe que sólo sabe votar y ser conducido con tortas o no, a los mítines.

En esta línea tramposa es como se conducen muchos, en un estado donde el gobernador, Ángel Aguirre Rivero, le apuesta a acabar con la violencia, con filmes y cortometrajes, como el llamado «Hombre de Piedra», que dirige Eugenio Derbez, con la idea nebulosa, de que Acapulco se recupere, pues según el ex priista de Ometepec, dijo que será un gran escaparate y una gran ventana al mundo.

En los tonos donde el pueblo sigue siendo carne de cañón, que además de toda la parafernalia, con encuestas a modo para espantar tontos, como la que presuntamente tiene el PRD estatal, donde ha prendido sus focos de alerta en Tlapehuala, con Anabel Balbuena Lara, pues es un municipio con problemas de penetración en la ciudadanía.

Sin soltar los números exactos, el mismo estudio que tiene Carlos Reyes Torres, ha dicho que en Pungarabato hay un empate técnico, aunque Miguel Ángel Albarrán aseguró que en realidad va 10 puntos arriba de Reynel Rodríguez.

Según los números amarillos, la Tierra Caliente casi se la lleva completa.

Habría que esperar los números del PRI. Pero bueno, con tanta gente que gana para que la gran masa pierda, en este mundo donde los números no salen si los políticos no se mantienen dentro del presupuesto, y se conservan creando limbos, llevando sueños y utopías, una entidad con altos niveles de abuso a la mujer, con 120 mujeres asesinadas al año de acuerdo a Martha Sánchez Nestor.

Un estado con barbarie, y con una gabinete, el actual, que simula, que ha presumido reactivar la economía en regiones como la Tierra Caliente, con visitas y pláticas, algunas dádivas como triciclos, andaderas, carritos de hot dog, y muchas promesas de cambio; con una política del maquillaje mediático para decir que en realidad no pasa nada.

Que si la gente se muere, sólo se muere tantito; y que si tiene hambre, no importa, pues apenas comió ayer; que si tiene miedo, caray, que se la aguante, pues en esta entidad nadie está a salvo, ni siquiera el gobernador con todo y su equipo de seguridad como consoló el diputado local, Florentino Cruz Ramírez.

Es cierto, en este estado vivimos el país de las maravillas, sólo que la gente no se da cuenta. Hay que despertarla.