martes, 16 de mayo de 2017

ARTÍCULO

Violencia en Tierra Caliente
Juan López
Guerrero, la entidad federativa del Sur no podía sustraerse a la marea de violencia que azota al país. No se trata que Tierra Caliente sea el manantial de una descomposición política y civil. Únicamente es un eslabón de la trágica cadena que sujeta a México y lo somete a la voluntad criminal de una corriente delincuencial con presencia por doquier. El mercado negro propiciado por la prohibición de las drogas se ha ramificado a muchos factores ilícitos: la extorsión, el cobro de piso, el secuestro, la ordeña de combustible, el tráfico y la siembra de amapola, el narcomenudeo. Diversos los giros delictivos y tan lucrativos que permiten contratar sicarios y peonada para que realicen las peores hazañas criminales.
Teloloapan es la muestra de un Estado de Derecho derrotado. Las armas señorean el sitio que deberían estar ocupando las leyes. No
necesitamos explicaciones sino emplear toda la fuerza necesaria de la que es legítimo depositario el gobierno para restituir la paz social y los derechos de la sociedad volverlos a su dimensión jurídica.
Forajidos actuando a mansalva por muy bien pertrechados que se encuentren no pueden ser superiores en potencia ni en equipo a las fuerzas armadas de que dispone la estructura de seguridad pública nacional. Tal zipizape no puede ni debe poner de rodillas al Estado. Quizá fue necesario que estas gotas derramaran el vaso, para darles todo el poder de disuasión a los uniformados cuyo propósito es el de restablecer el orden y la paz en la Tierra Caliente.
No invoco a la represión porque ésta es una desesperada manera de sofocar un incendio rociándolo de gasolina, pero sí en episodios donde la estabilidad comunitaria se debilita por trifulcas violentas es imperativo recordarle al régimen que las leyes lo facultan con los  protocolos jurídicos para que enfrente con todos sus mecanismos disponibles, a los perturbadores que se insurreccionan.  
No quiero pero debo anotarlo. Lo que sucede en Ayutla, El Ocotito San Miguel Totolapan, Cruz Grande y Teloloapan son signos de una balcanización de hecho, donde se nota con certeza que la secretaría general de gobierno no se encuentra a la altura de las turbulencias que azotan nuestra geografía. Los burócratas se desempeñan como oficinistas pendientes del horario y los días de descanso, pero no se asumen como integrantes del equipo que gobierna Guerrero.
Los periodistas que fueron amedrentados y jalonados en la tarea de informar parecen ignorar que el periodismo heroico que trae de la trinchera los fogonazos de la información, es algo intensamente peligroso. Cubrir Tlatelolco no fue un paseo por las riveras del Sena. No es para que festejemos -aclaro-, pero sí para reconocer que en este oficio no deben participar quienes sean alérgicos al olor de la pólvora o le tenga temor a los disparos.
 A la noche insondable de perturbaciones criminales. A la perversa pretensión de hacer regiones marginadas de la legalidad. Al negocio de instaurar ínsulas de autogobierno y por asignatura regional crear como en la Edad Media principados donde un señor feudal decida la suerte de sus súbditos, sólo una recomendación prevalecerá: Paz y orden deben ser garantías del gobierno. Nadie puede constituirse en brújula sustituta de las autoridades.
 PD:  “La ley es dura pero, es la ley”: Máxima Latina.

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