lunes, 10 de septiembre de 2018

ARTÍCULO

Un Apango sometido
Edilberto Nava García
En lo alto y bajo el nublado cielo explotó un cohete, luego otro y otro más. Es Apango, en cuyas calles y callejones se escuchan los sones de una banda música. Son los inicios de la fiesta patronal del pueblo catequizado por franciscanos en su breve estancia y en seguida por agustinos. Adelante va una danza de esas que se improvisan, como la de los tenochtles o los manueles. La primera con raigambre de más de medio milenio y la segunda rebasando ya los cuatrocientos años y cuya cuna se le atri
buye a Tixtlan. La lluvia ha comenzado a caer. De pronto dice un señor: Y pensar que en el gobierno hay gente incauta y tonta que habrá creído eso de la violencia política por ser mujer. El hombre, robusto, moreno y de regular estatura, más parece ser de la Costa Chica y no apangueño.
Los cohetes siguen subiendo y tronando allá arriba. Son los artilleros quienes se encargan de ello. Antes lo hicieron sus abuelos, luego sus padres y ahora son los hijos quienes saben del manejo de la pólvora y las cámaras; a ellos se les entregan cohetes y cohetones en cada una de las festividades. Empero el conflicto político por el que atraviesa el municipio está en la mente de la mayoría de los habitantes y hasta los jóvenes estudiantes suelen preguntar si el gobierno va a permitir que la presidenta municipal continúe pagando a sus familiares sin que trabajen. La pobreza lastima pero también avergüenza. Hace veinte días que una brigada del INEGI aplica una encuesta en determinadas manzanas de la cabecera y acude a siete comunidades del municipio para valorar los embates de la pobreza extrema. Los entrevistados dicen: Ella es la única que en el municipio gana cada mes sesenta mil pesos libres de polvo y paja. En tanto que hay familias de cinco y seis miembros y particularmente ancianos, que viven sólo con lo que les aporta el programa de adultos mayores y lo que pueden hacer de cinta de entre nueve y doce pesos al día y deben descontar el costo de la palma entre el cuarenta y el cuarenta y cinco por ciento al del rollo de cinta.
En efecto, los hombres del campo y las señoras amas de casa están informadas. Aducen en el mercadito o en los molinos para nixtamal: alguien sugirió a la presidenta municipal que se quejara en los medios de comunicación de que está siendo atacada por un grupo encabezado por Crisóforo Nava Barrios, sólo por ser mujer; que ese grupo ha extorsionado a más de seis alcaldes, a quienes invariablemente les han exigido 10 millones de pesos para permitirles que trabajen. Y con expresiones de coraje abierto, se responden: Una mentira, una falsedad del tamaño del mundo. Y en otra de sus defensas, la presidenta alega que Apango lleva más de 25 años en conflicto político, a causa del mismo grupo mañoso. Que hay violencia política en su contra por ser mujer. Las señoras del plantón atajan serias: ¡Tampoco es cierto! Y añaden: En el municipio todo mundo conoció a Sofía Iglesias Juárez, quien en dos ocasiones fue alcaldesa. El pueblo se inconformó en las elecciones de 1989 y, cobijado por la sigla perredista impidió que entrara a palacio municipal al presidente electo, acusado de ilegal y marrullero electoral. En ese periodo por no haberse resuelto correctamente el conflicto, hubo tres alcaldes. Ese decir, se destituyeron a dos.
En 2000, nuevamente el presidente que ganó la elección, sólo estuvo seis meses en ejercicio; acusado de malversación de fondos, fue destituido por el congreso, pues los regidores aportaron pruebas del desaseado y turbio manejo de los fondos públicos municipales. Arribó al cargo un licenciado originario del Alto Balsas, a quien pronto le burlaron su buena fe e inexperiencia. También lo destituyó el congreso del estado y se nombró a uno de los regidores para que culminara el periodo de tres años. Es decir, hubo tres alcaldes en ese periodo. Luego entonces, no por ser mujer es que se le detesta a la presidenta municipal, sino porque se ha enriquecido con base en los fondos públicos municipales. Ahí están las casas que construyó hace tres años en forma simultánea. De esto último, la primera edil hace una débil y fútil defensa, alegando que son casas de sus hermanos y todos hicieron milagros en ese lapso. El pueblo sabe que eso es falso.
Los diputados, quizá por difuminar su evidente equivocación, posponen una y otra vez su compromiso: investigar y valorar las pruebas documentales y de campo acerca del monto de las obras y de aquellas que no existen en la realidad, pero sí en el papel. De las nóminas en que aparecen sus familiares cobrando incluso sin trabajar, no tiene reversa. La ley penal castiga el nepotismo y el congreso si aspira a una actuación con apego a la legalidad, debe no sólo desaforar a la alcaldesa, sino procesarla y como es probable su responsabilidad oficial, castigarla, primero exigiéndole el resarcimiento económico al municipio saqueado impunemente, no sólo durante el presente año, sino casi cuatro años del periodo que ejerció los recursos del mismo municipio la vez anterior.
De ahí que si el congreso tiene deseos de estar a la altura que le corresponde como poder legislativo, se obliga a dar muestras de que no le tiemblan lar corvas ni las manos en su afán de ser justo. Injusto es para todos los habitantes de Mártir de Cuilapan, que sólo por una señora deshonesta se inclinen los diputados favoreciéndola, sólo por el hecho de ser mujer. Y que conste, ya el pueblo sabe que la suplente es hija de la misma alcaldesa, algo que pasó por alto el IEPC mediante otros enjuagues como se supone.

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