Ataque de EE.UU. a Irán y la fragilidad internacional
“𝘑𝘢𝘮á𝘴 𝘱𝘦𝘯𝘴é𝘪𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢, 𝘱𝘰𝘳 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘰 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘻𝘤𝘢, 𝘥𝘦𝘫𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘤𝘳𝘪𝘮𝘦𝘯”. 𝙀𝙧𝙣𝙚𝙨𝙩 𝙃𝙚𝙢𝙞𝙣𝙜𝙬𝙖𝙮
𝘼𝙧𝙖𝙘𝙚𝙡𝙞 𝘼𝙜𝙪𝙞𝙡𝙖𝙧 𝙎𝙖𝙡𝙜𝙖𝙙𝙤.CHILPANCINGO, GRO., 23 de Junio de 2025.--El 21 de junio de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un ataque aéreo contra tres instalaciones nucleares en Irán: Fordo, Natanz e Isfahán. Esta acción, coordinada con Israel, fue presentada como un “éxito militar espectacular” y como un intento de frenar la amenaza nuclear iraní. Sin embargo, más allá de su dimensión táctica, este ataque representa una ruptura peligrosa en el frágil equilibrio de Medio Oriente y plantea interrogantes profundos sobre la legitimidad del uso de la fuerza, la erosión del multilateralismo y el futuro de la seguridad global.
𝗘𝗡𝗧𝗥𝗘 𝗟𝗔 𝗗𝗜𝗣𝗟𝗢𝗠𝗔𝗖𝗜𝗔 𝗙𝗔𝗟𝗟𝗜𝗗𝗔 𝗬 𝗟𝗔 𝗟Ó𝗚𝗜𝗖𝗔 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗙𝗨𝗘𝗥𝗭𝗔
Durante meses, la administración Trump había sostenido que Irán no estaba en condiciones de producir un arma nuclear en el corto plazo. Sin embargo, en cuestión de días, ese diagnóstico cambió radicalmente, y la narrativa oficial pasó de la contención a la acción directa. El ataque se produce tras una serie de bombardeos israelíes y negociaciones diplomáticas fallidas, lo que sugiere que la decisión de Washington no fue una reacción aislada, sino parte de una estrategia de presión coordinada.
Este giro abrupto revela una tendencia preocupante: la sustitución del diálogo por la imposición, del derecho internacional por la lógica del poder. La amenaza de nuevos ataques si Irán no “firma la paz” —en palabras del propio Trump— recuerda más a un ultimátum que a una invitación a la negociación.
¿𝗗𝗘𝗙𝗘𝗡𝗦𝗔 𝗣𝗥𝗘𝗩𝗘𝗡𝗧𝗜𝗩𝗔 𝗢 𝗔𝗚𝗥𝗘𝗦𝗜Ó𝗡 𝗨𝗡𝗜𝗟𝗔𝗧𝗘𝗥𝗔𝗟?
Desde la perspectiva del derecho internacional, el ataque plantea serias dudas sobre su legalidad. La Carta de las Naciones Unidas prohíbe el uso de la fuerza salvo en casos de legítima defensa o con autorización del Consejo de Seguridad. Estados Unidos no ha presentado pruebas de un ataque inminente por parte de Irán, ni ha obtenido respaldo multilateral para su acción. La doctrina de la “defensa preventiva”, invocada en ocasiones anteriores, sigue siendo jurídicamente controvertida y éticamente cuestionable.
Además, Irán es signatario del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y ha sostenido que su programa tiene fines pacíficos. Aunque existen sospechas legítimas sobre sus intenciones, la vía diplomática y la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) seguían activas. El ataque, por tanto, no solo debilita el régimen de no proliferación, sino que sienta un precedente peligroso: el castigo anticipado sin veredicto ni consenso.
𝗟𝗔𝗦 𝗖𝗢𝗡𝗦𝗘𝗖𝗨𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔𝗦: 𝗘𝗦𝗖𝗔𝗟𝗔𝗗𝗔 𝗥𝗘𝗚𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 𝗬 𝗘𝗥𝗢𝗦𝗜Ó𝗡 𝗗𝗘𝗟 𝗢𝗥𝗗𝗘𝗡 𝗚𝗟𝗢𝗕𝗔𝗟
El ataque ha encendido las alarmas en toda la región. Irán ha prometido represalias, y actores como Hezbolá, los hutíes en Yemen y milicias chiítas en Irak podrían activar frentes paralelos. El Estrecho de Ormuz, por donde transita cerca del 30% del petróleo mundial, se convierte en un punto de tensión crítica. La posibilidad de ataques a bases estadounidenses, embajadas o infraestructuras estratégicas no puede descartarse.
A nivel global, la acción de EE.UU. debilita aún más el multilateralismo y refuerza la percepción de que el poder militar sustituye al consenso internacional. La ONU ha quedado al margen, y la comunidad internacional observa con preocupación cómo se desdibujan las reglas del juego. El riesgo no es solo una guerra regional, sino una crisis sistémica de legitimidad global.
¿𝗤𝗨𝗜É𝗡 𝗗𝗘𝗖𝗜𝗗𝗘 𝗤𝗨É 𝗘𝗦 𝗨𝗡𝗔 𝗔𝗠𝗘𝗡𝗔𝗭𝗔?
Más allá de la geopolítica, el ataque plantea una pregunta ética fundamental: ¿quién tiene el derecho de decidir qué constituye una amenaza y cómo debe neutralizarse? ¿Puede un Estado autoproclamarse garante de la paz mientras actúa unilateralmente y sin rendición de cuentas?
La retórica de “la paz a través de la fuerza” puede ser eficaz en el corto plazo, pero erosiona los principios que sostienen la convivencia internacional. La seguridad no puede construirse sobre la base del miedo, ni la paz sobre los escombros de la disuasión. La verdadera estabilidad requiere diálogo, respeto mutuo y mecanismos institucionales que garanticen la equidad entre naciones.
El ataque de Estados Unidos a Irán no es solo un episodio más en una larga historia de tensiones: es un síntoma de una crisis más profunda en el orden internacional. La sustitución del derecho por la fuerza, del diálogo por la amenaza, y del multilateralismo por la acción unilateral, nos acerca peligrosamente a un mundo más inestable, más desigual y más violento.
Hoy más que nunca, se impone la necesidad de repensar la seguridad global desde una ética de la responsabilidad compartida. Porque si la paz depende de la voluntad de unos pocos, entonces no es paz: es silencio impuesto.
“𝘜𝘯𝘢 𝘯𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘨𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘮á𝘴 𝘦𝘯 𝘢𝘳𝘮𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯 𝘱𝘳𝘰𝘨𝘳𝘢𝘮𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘤𝘪𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢 𝘢 𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘪𝘵𝘶𝘢𝘭”. 𝙈𝙖𝙧𝙩𝙞𝙣 𝙇𝙪𝙩𝙝𝙚𝙧 𝙆𝙞𝙣𝙜 𝙅𝙧.
#𝘌𝘹𝘪𝘨𝘪𝘳𝘭𝘦𝘊𝘭𝘢𝘶𝘥𝘪𝘢𝘤𝘶𝘮𝘱𝘭𝘢.
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