miércoles, 30 de junio de 2010

Opiniòn

Miedo

Tino Gatica

El asesinato del candidato priísta a la gubernatura del estado de Tamaulipas, estado fronterizo en el norte del país conmueve y genera, nuevamente, un golpe no solamente a las instituciones sino también a los intentos de establecer una democracia partidista. Sin embargo, es una democracia que no se consolida sobre todo en un gobierno federal que ha cerrado todos los espacios posibles para las protestas. Esa era una de las pocas opciones que quedaban a quienes estaban inconformes con las erráticas políticas públicas de las administraciones priístas en su mayoría y posteriormente las del Partido Acción Nacional.
También el asesinato, a todas luces una ejecución, ¿orquestada por quién o quiénes?, se le está achacando a la delincuencia organizada, sin que se tengan otros datos que permitan definir con certeza de quiénes viene esta agresión. Y como no se han esclarecido muchos asesinatos de mexicanos y mexicanas, es por eso que se le responsabiliza de este crimen a esta delincuencia organizada.
El asesinato del priísta Rodolfo Torre Cantú se circunscribe en otra agresión más no solamente a las instituciones, según lo refiere el presidente Felipe Calderón Hinojosa y en contrario a los comentarios de la lideresa del PRI nacional, sí debilita, mengua y asusta a promotores de los comicios electorales que serán el 4 de julio próximo.
Como periodista de un espacio que siempre se me ha permitido externar mis preocupaciones, porque soy un ciudadano de a pie, pero intento estar bien informado, mis temores se han estado haciendo realidad. Y cuando uno considera el temor que suele antecede al miedo, es porque con esta clase de asesinatos no solamente a cualquier candidato o político, sino a cualquier ciudadano o ciudadana, nos permite entender hasta qué punto esta violencia nos hipervulnerabilizó.
Sin embargo, no recae la responsabilidad en el ciudadano o ciudadana en echar marcha atrás de las políticas públicas que hoy en este gobierno federal y para el caso de Guerrero, es el jefe del Ejecutivo, quienes tienen la oportunidad de reorientar lo que está desangrando al país. Y esto es lo más serio que se sugiere.
Y el gobierno federal, para el caso del estado de Tamaulipas, está comprometido a procurar y garantizar la seguridad de sus habitantes que desde hace años están sufriendo esta clase de agresiones, que se magnifican debido a que no es la primera ocasión en que se les agrede brutalmente.
Y en este contexto, es cuando se la advierte al gobierno federal que los medios informativos plurales, que simplemente dan a conocer los acontecimientos, por dantescos que sean, deberían ser reconocidos por el compromiso social que están asumiendo. Cuando se dice que no es la primera ocasión en que ocurre un asesinato con toda esa carga ominosa de impunidad, es porque el gobierno federal intentó bloquear esas noticias y colocarle una alfombra a los cientos de asesinatos, esto con la ayuda del duopolio televisivo.
En este mismo aspecto, en donde la administración federal diera el reconocimiento a la labor de quienes dan a conocer estos acontecimientos, hablando de periodistas, brindándoles todas las facilidades para esa cobertura, tendría mejor respuesta y seguramente que hasta la sociedad buscaría el mecanismo para apoyar, pero se insiste en que de principio lo que fue una guerra, posteriormente se orientó a hablar de seguiridad pública y ahora seguramente será una lucha por proteger a la ciudadanía de estas agresiones. El sistema protector de un gobierno federal, que a estas alturas está hecho trizas, pues nunca buscó brindar seguridad a las y los ciudadanos, sino simplemente asumir una lucha en la que por desgracia se está cobrando a un precio muy elevado. Y lo que podría servir, sería dar marcha atrás a lo que en un principio fue una guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, y que se reorientara a una mejor educación, y la promoción de los sitios de reintegración o rehabilitación, como dos puntales para no tener que estar sometidos a esta atmósfera de miedo e inseguridad, que en Guerrero, se padece igual que en cualquier otro estado de nuestra balaceada nación mexicana.

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