miércoles, 15 de septiembre de 2010

Opinion

Intereses falsean la historia
Edilberto Nava García
La historia oficial es distorsionada y la escriben los vencedores o historiadores a sueldo beneficiarios del poder. Es una lástima que así sucumba la historia patria, así se derrumben pedestales de nuestros héroes que ofrendaron su vida por la libertad y la igualdad, por proscribir la esclavitud, la dependencia mancilladora extranjera y fundamentalmente por la soberanía nacional.
Son otros los tiempos que vivimos, donde el poder de unos cuantos no tiene límites, ni identidad idiomática, cultural, sino sólo intereses. Los capitales, en su sentido amplio no les interesan límites territoriales, de ahí la globalización. Los dueños del dinero procuran que otros les establezcan condiciones propicias para multiplicar sus riquezas. Si hay que explotar mano de obra, recursos naturales o simplemente auspiciar el consumismo, pues simplemente se hace y punto. ¿Qué les puede importar el sentido nacionalista, la vocación pacifista y valores fundamentales como la libertad, la dignidad y el respeto? Los dueños del capital carecen de principios y sobrados de soberbia aquí y en todas partes.
¡Porqué el exabrupto? Sencillo. No se vale que el monopolio televisivo esté distorsionando nuestra historia nacional. Nos pinta a un Miguel Hidalgo claudicante y arrepentido, y pese a que hasta el hombre más valiente suele tener momentos de flaqueza, Hidalgo no claudicó ni se arrepintió en los momentos previos a su ejecución. Nos presenta Televisa a un José María Morelos, como un delator y una jerarquía católica cogobernante que insistió en la falsedad, de que el poder del rey, proviene de Dios.
Pero el colmo, es que Televisa y su distorsionada serie «Gritos de libertad y muerte», nos presente a un Vicente Guerrero totalmente distinto, desarrapado, barbón y melenudo. Sin duda, en los momentos más turbulentos de la lucha armada, insertados allá en la agreste montaña o metidos en obscuras cavidades, no sólo Guerrero pudo estar sin atender su persona, pero cuando el discutido abrazo de Acatempan pudo darse, se efectuaban ya simples escaramuzas, por lo que ambos bandos tenían tiempo para afeitarse. Habrá que recordarles a los historiadores distorsionadores o guionistas de Televisa, que el pacto llamado de Acatempan se dio cuando ya el ejército realista carecía de alternativas y que Agustín de Iturbide no era un militar ejemplar, sino un audaz y perverso, por cierto, paisano del presidente actual. ¡Qué coincidencia!
Nuestros héroes nacionales fueron fundamentalmente humanos, con virtudes y defectos, pero fue muy clara la conducta de cada uno de ellos. Vicente Guerrero no claudicó jamás, ni aún cuando traicionado por Picaluga, fue conducido como vil reo hacia Huatulco. Si hubiera flaqueado, pudo haber pedido clemencia. No lo hizo. Sabía quién era él y por qué lo perseguían para matarlo. Los tixtlecos bien nacidos deben estar justamente molestos por lo que Televisa está haciendo: mintiendo a todos los mexicanos, ya por iniciativa propia o a sueldo por un régimen surgido de la tendenciosa turbulencia comicial
No se señala con firme índice, el papel que desempeñó la jerarquía católica. No se dice que muchísimos curas, presionados o no por sus superiores, se convirtieron tristemente en delatores; mediante la confesión y sus anatemas arrancaron información a los feligreses para atacar a las fuerzas insurgentes. Respecto de los antecedentes inmediatos, no dicen nada de la diabólica Santa Inquisición; nada del insidioso, perverso e interesado papel del obispo de Michoacán, Abad y Queipo, pero sobre todo, del texto de la excomunión del cura Hidalgo; texto que debiera distribuirse en todo el país, sólo para que reflexionen los católicos de hoy.
Y no se trata aquí de protestar por el sentimiento nacionalista que debiera embargar a la inmensa mayoría de mexicanos, sino también de hacer propuestas. Como sugerencia, propongo que todo mexicano que sepa leer, busque libros de historia, la llamada historia por arriba e historia por abajo. Es decir, no sólo la historia oficial o de los vencedores, sino también de los vencidos. Y para fundar la sugerencia, hurguen en el sitio de Cuautla, sitio que según Televisa, rompe Morelos casi como un cobarde, por la noche, cuando que no fue así, pues basta con leer la poesía épica «El niño artillero» de Guillermo Prieto o la obra teatral «Morelos en Cuautla», del insigne Ignacio Manuel Altamirano. Finalmente, no es nada ético y sí una cobardía interesada que los dueños del dinero y los medios de comunicación, confabulados, nos presenten la historia patria conforme a sus intereses. Protesto lo necesario.

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