martes, 25 de enero de 2011

Columnas


¿Sabios o idiotas?
Apolinar Castrejón Marino
Nada hay mejor repartido en el mundo, que la inteligencia, según afirmaba René Descartes. Así que nadie se considera menos inteligente que los demás. En realidad el tamaño de nuestra inteligencia personal es el verdadero motivo de la violencia entre la humanidad.
Mariana es una niña «muy lista», pues a su edad de 7 años es muy desenvuelta y habla de corrido de los lugares que visitó con su familia en las vacaciones, le pone mucha atención a las telenovelas y sabe muy bien usar todas las funciones de su teléfono celular, sin que nadie le haya enseñado. Aunque…
«Va un poco mal» en la escuela; es que no le gusta hacer la tarea. Así se expresa su madre. No es muy buena para hacer los «mandados»; luego compra otras cosas que no le encarga uno.
Sucede que no es lo mismo «ser listo» que ser inteligente. Y en verdad, la inteligencia no es una cosa que tuviera uno que desear. En ocasión anterior nos referimos a individuos que hacen cosas sorprendentes gracias a sus facultades mentales, pero que son incapaces de hacer cosas tan sencillas de la vida cotidiana.
Ellen Boudreaux nació ciega en la pequeña población de Nueva Iberia en Luisiana, Estados Unidos. Cuando era una niña tenía poca actividad y se pasaba largas horas sentada en los sillones en la sala de su casa. A los 4 años de edad cierta ocasión que estaba sola, se tomó la libertad de usar el teléfono, pero como no sabía exactamente a qué número marcar y solo pulsó una tecla, se accionó el número de servicios locales.
Ellen escuchó por el auricular una grabación que daba el estado del tiempo y la hora. Y este detalle fortuito despertó el mecanismo de su mente prodigiosa: memorizó la hora de manera tan indeleble que a partir de entonces podía dar la hora con gran precisión. Se convirtió en un verdadero reloj humano que podía dar la hora con asombrosa precisión. Pero no podía hacer otra cosa.
A Stephen Wiltshire su mente le sirve para realizar el prodigio de pintar o dibujar escenas o paisajes tan grandes y complicados como una ciudad. Le basta con ver una sola vez el objeto que va a pintar, para luego trazar con lápiz toda la extensión de una ciudad como Londres o roma, con sus avenidas, parques y plazas, y aún todos los detalles de sus puertas, ventanas, árboles y plantas. La exactitud es asombrosa, porque no se permite aumentar u omitir algo que no esté en la realidad. Pero no lo aceptan en ningún trabajo, por que frecuentemente se queda ensimismado en un paisaje y no puede evitar su concentración, hasta que la dibuja.
Quizá usted recuerde que en ocasión anterior nos referimos a Kim Peek el individuo que memorizaba cualquier libro en una hora. Tenía la asombrosa facultad de usar cada ojo para leer una página distinta en solo 8 segundos. En doce años de acudir a la biblioteca en su pueblo de Salt Lake City leyó 12 mil libros, reteniendo en su memoria información sobre datos históricos, geografía, literatura o cualquier tema y poder repetirlos de un modo preciso e instantáneo.
La tragedia de Kim Peek, que era un portento de memoria, pero no podía vivir sin que los demás le recordaran que tenía que comer, bañarse y dormir; que tenía que ponerle la cuchara en la mano, desvestirlo y meterlo a la regadera y meterlo a la cama para que durmiera, inspiró la película «Rain Man» (El hombre de la lluvia), dirigida por Barry Levinson y actuada por Dustin Hoffman y Tom Cruise, por la que les concedieron 3 Óscares.
Como verá, la mente puede tener facultades prodigiosas, pero que no quisiéramos tener. Ahora la ciencia médica les llama «savants», que en francés significa sabios; pero en los anales científicos de siglos anteriores se les llamaba «idiot savant» que significa sabios-idiotas.
UN RECORDATORIO a nuestros lectores, para que nos comuniquen sus inquietudes y opiniones, por medio del correo electrónico: kastrexon_7@hotmail.com

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