viernes, 25 de febrero de 2011

Columnas

Falconario
Jorge Falcón
Nadie puede decir lo que será la pintura de mañana; sólo se puede juzgar la pintura una vez realizada. ¿Qué relación tiene esto con la moral? Estamos en la misma situación creadora. No hablamos nunca de la gratuidad de una obra de arte. Cuando hablamos de un cuadro de Picasso, nunca decimos que es gratuito; comprendemos perfectamente que Picasso se ha construido tal como es, al mismo tiempo que pintaba; que el conjunto de su obra se incorpora a su vida.
Lo mismo ocurre en el plano de la moral. Lo que hay de común entre el arte y la moral es que, con los dos casos, tenemos creación e invención.
Once, diez, nuevo muertos, sean estos desmembrados, desarticulados, cercenados, amputados, baldados, sea la estética criminal carnicera que se haga, es un cuadro dantesco.; guardando la proporción con el término.
Ni Pieter Brueghel el Viejo, pudo haber creado tal desmesurado acto; en el “Triunfo de la muerte”. Tampoco se me ocurre con Francisco de Goya, cuando observamos sus pinturas donde hay partes engullidas o fusilamientos. “El aquelarre”, “El canibalismo”, “Los desastres de la guerra” ó “Saturno devorando a su hijo”, del Fuentedetodos.
¿Cómo es posible que un blandengue gobierno pida que se cuida al camello, cuando éste famélico animal, es cuidado por apostatas que claudican en sus deberes primordiales y abandonan a la ciudadanía al tráfico criminal de los urbaneros; puntos más que negros de basura; sin servicios básicos de protección, abuso tolerado en el cobro de autos livianos. ¿Centros de sana diversión? ¿Lugares netamente turísticos sin seguridad y playas contaminadas?
El gobierno solapa, soborna con malicia una prensa que exhibe toda la crueldad que ocurre en las calles del puerto en sus páginas. Esa misma prensa que nada quiere hacer por Acapulco. Esa es la que debe dialogar con Manuel Añorve, para ofertar al puerto de Acapulco, antes, es discurso, es sofisma, es apariencia, es argucia de un gobierno débil y de pose.