Solo basta ver la cara del priísta Manuel Añorve Baños, alcalde de Acapulco, al recibir el amoroso abrazo de quien fuera su contrincante a la gubernatura ahora perredista, Angel Heladio Aguirre Rivero, quien lo venciera y ahora enterrado el proceso electoral, demuestra que de nada valieron pleitos hasta entre los parientes, ellos siguen siendo parientes. (Leer PoliCrónica).

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