jueves, 19 de mayo de 2011

CULTURAL/SOCIAL

Muy cerca del ocaso
Apolinar Castrejón Marino

Hasta se les quitó el sueño a los «polis» que resguardan la entrada principal del Ayuntamiento, cuando les llegó la orden de cerrar las puertas y no dejar pasar a nadie. Una gran cantidad de revoltosos venían por la explanada de la plaza cívica. Los funcionarios y el Presidente ya sabían quiénes son y que venían a reclamar.
Al ver como les cerraban la puerta en sus caras, una parte de los reclamantes se dirigió por la calle Alemán para tratar de entrar por la puerta lateral. Intento vano, pues ya se encontraba cerrada «a piedra y lodo».
¿Valdrá la pena decir qué venían a exigir? Agua, seguridad, terrenos, permisos, pavimentación, canchas… muy larga es la lista de peticiones de los chilpancingueños, unos, imprescindibles y otros fútiles.
Lo que llama la atención es lo directo de los señalamientos en contra del Presidente. Un automóvil viejo que estacionaron en el centro de la plaza cívica, tenía unas cartulinas donde se leía claramente lo siguiente: «Astudillo. 2 veces has sido Presidente y eres un inepto».
Cartulinas pegadas en las columnas y paredes de los corredores exteriores del ayuntamiento tenían escrito: «Astudillo, no más mentiras» ¿Así, o más claro?
Por lo que se ve, a «líder de los presidentes priístas del Estado de Guerrero», se le va a «hacer bolas el engrudo» al final de su administración, y no podrá seguir viviendo en el error de que «es un gran político».
O tal vez sea el «Efecto Aguirre», que viene poniendo las cosas en su lugar. Porque debe usted recordar que tanto Astudillo como Añorve prometieron «ser muy críticos» con el nuevo gobierno, y que no se someterían al gobernador.
También dijeron que pondrían los intereses de los chilpancingueños y acapulqueños por encima de todo para cumplir su papel de «primeros ediles». Y ya los hemos visto en las fotografías de los periódicos en los cuales por demás destaca el gesto de fastidio de los priístas.
No cabe duda que ser político contando con el favor del Gobernador, del Congreso local, de un partido hegemónico y de la prensa lángara, es como un día de campo. Lo difícil es ser político por propios medios, porque es necesario saber concertar, persuadir, ofrecer alternativas; cosa que los político raquíticos no tienen.
Desde luego que los anacronismos de andar «cortando listones», poniendo «primeras piedras» y «apadrinando» corridas de toros deben pasar a formar parte del álbum de los recuerdos. Ah, y la gente ya no quiere discursos bonitos, quiere acciones y resultados.
Para que se diga que somos demasiado críticos de la «administración del Presidente de la capital del Estado, ponemos a su consideración una pequeña lista de las anomalías que no ha podido controlar:
El mercado central «Baltasar R. Leyva» es un «cochinero» sucio, pestilente, una verdadera amenaza a la salud. Ahí abundan mafias de «franeleros», rateros, comerciantes, inspectores, policías extorsionadores y cómplices de los ladrones, combieros, prostitutas, fayuqueros, etcétera.
El transporte urbano es un pulpo insaciable que maneja grandísimas sumas de dinero y que brinda un servicio tan, tan malo, que quizá por eso «acochinan» a los choferes y secuestran a los permisionarios barrigones. Bueno, quizá para eso anduvieron de «matraqueros» en las campañas.
La escasez de agua es criminal y discriminatoria. No es verdad que no haya agua. Si vieran que las familias del Presidente y de los funcionarios sempiternos nunca carecen de ella. En el primer cuadro de la ciudad, esas viejas brujas arrugadas, pintarrajeadas de copetes canosos, ni siquiera tienen cisternas o grandes tinacos. Un pequeño tanque les basta, porque nunca deja de «caerles agua».
La inseguridad es otra mentira, pues al presidente no le importa que nos asalten, violen o asesinen. Al lado norte de las «terminales» de autobuses se han abierto una docena de antros «de mala muerte», donde se dan cita lo más fino de los ladrones, drogadictos, malvivientes, mariposillas nocturnas y homosexuales. ¡Qué buen billete se embolsó el Secretario de Gobernación! ¿Y cuanto le tocó al precioso?

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