miércoles, 22 de junio de 2011

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La Jaula de Dios
Jesús Pintor Alegre
Luego de todas las manifestaciones y actos que se han dado a últimas fechas en este país futbolero y telenovelesco con chicharitos y marías desamparadas que se enrollan en los gritos del desgraciado de la voluptuosa Laura, y el periodismo del chisme y el morbo de la Azuara, nos damos cuenta de lo estéril que resulta la lucha por el cambio que no llega.
Ya el procurador de justicia, Alberto López Rosas, dio a conocer al presunto responsable del líder gay Quetzalcóatl Leíja, pero que no ha detenido. Las noticias no son buenas, concluimos, pero no es todo.
El huracán Beatriz dejó como saldo, cuatro personas muertas, dos lesionadas, 150 viviendas inundadas, y destrozos materiales, se suspendieron clases en 60 escuelas por el meteoro, y en un remate espectacular como si todo eso fuera poco, 15 fueron los ejecutados en seis municipios en esta barbarie que se ha vuelta cotidiana.
Pero hay un tema que nos revienta los oídos, en eso de la libertad de expresión, que alcaldes y algunos funcionarios festejaron con comilonas y hasta borracheras el 7 de junio, día en que fue secuestrado el jefe de información de Novedades Acapulco, Marco Antonio López Ortiz, y apenas anteayer, fue asesinado el periodista veracruzano Miguel Ángel López Velasco, junto con toda su familia en su domicilio particular.
Y mientras se pelean los alcaldes por el caso del fertilizante porque está en riesgo como programa en este 2011, el diputado Catalino Duarte Ortuño ha dicho que se tiene que vigilar para que no sea usado para la siembra de enervantes, y allá, el Instituto Nacional de Nutrición, nos descubre los agujeros para las regaderas, con aquello de que en cinco comunidades de la Montaña y la Costa Chica, hay desnutrición.
No, en verdad algo está a punto de reventarnos antes esta ola de malas noticias, donde todos hacen pero en realidad viven en la simulación. Lo malo es que ya no contamos con Zeferino Torreblanca Galindo, quien nos hubiera dicho que exageramos, que los que se mueren se mueren una sola vez y luego de estar vivos. El rey Chirundo nos hubiera dicho que los medios magnifican las cosas, y que si el termómetro tuviera un centímetro más, Tierra Caliente herviría.
Y Ángel Aguirre Rivero, bueno, pues quiere reinventarse un mundo más bonito, amasado del lodo de la corrupción que baña a los políticos. Políticos que viajan en la cola de la tabla de la confianza que les da el adormilado pueblo.
Y que a nivel nacional nos dice la periodista Anabel Hernández, en su libro «los señores del narco», que esta barbarie que nos pasa y traspasa, no existiría sin la complicidad de los grandes empresarios, políticos, policías y hasta fuerzas castrenses. Que la barbarie no se entendería si no existiera esta confabulación de las fuerzas oscuras con el poder político.
De cierto es que no nadamos a la deriva, vamos directo al barranco, jalados o empujados, da lo mismo, por las aguas de la cascada de nuestra propia inercia, esa donde el diablo le gana la partida a un Dios desempleado, un Dios al que nadie pela y todos abuchean, porque este mundo fue reconstruido luego de los siete días de ser creado, con los ladrillos del tártaro.

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