viernes, 22 de julio de 2011

COLUMNA


La Jaula de Dios
Jesús Pintor Alegre
Nos acaban de dar un golpe a la esperanza, de tal magnitud que no nos permite ver más allá de nuestra débil vista, somos seres que creíamos, sólo creíamos, que algo podía hacerse en este tramo de nuestra vida y esta madurez política y arraigo de la democracia.
El encargado de hacerlo fue el procurador de justicia, Alberto López Rosas, quien entre las emociones, ayer dijo que la policía ministerial que tiene el estado no es confiable, lo será hasta 2012, y dio la fecha exacta: octubre de 2012, mes en el que el estado y los guerrerenses, podrían por fin ver a los policías ministeriales, convertidos en actores de cine o series televisivas como es la de Ley y el Orden.
Donde investigan en serio, o cuando menos la televisión, la caja educativa de Alonso Lujambio, nos dice que lo hacen. Donde es sospechoso hasta el aire, la hoja veraniega, la abuela que se duerme parada en plena avenida. Allí donde es sospechoso y motivo de investigación, la misma caja de muerto. Pues así serán nuestros policías, pero hasta 2012.
Por el momento no se emocione, si es objeto de abuso, violación a sus derechos por parte de estos servidores públicos, si asesinan un poquito a alguien, bueno, que se aguante, ya en 2012 tendremos a una policía eficaz, realmente confiable. Y si no son unos ángeles de Dios, cuando menos ya no lo serán del Diablo, cuando guste usted, podrían llevarle su paleta de limón para el calor.
López Rosas ayer mismo dijo que por lo pronto está mandando 50 policías a prepararse al Distrito Federal, no dijo si con israelitas, cubanos, estadunidenses, o con los mismos policías preventivos que fueron desarmados en Pungarabato y Coyuca de Catalán, pero de que se están adiestrando, lo hacen.
Y mire usted, cuando escuche policía ministerial, no se le pararán los pelos de miedo, ahora los verá caminando en las peregrinaciones, se hincarán ante las imágenes y hasta podrían servir de monaguillos. Bueno, cuando menos es el cuadro que viene a la imaginación con la promesa para el año que viene, promesa de parte del ex alcalde de Acapulco.
El golpe a la esperanza es que en la administración gubernamental pasada, la era chirunda, Zeferino Torreblanca Galindo, presunto aspirante a senador por algún partido que pronto lo destapará en algo así como mes y medio o antes, decía estar orgulloso de su policía estatal pero decepcionado de la policía ministerial, pero que antes de que culminara su periodo, iba a cambiarlos.
Entonces con el anuncio de nuestro procurador, ese mismo que se agarra de la greña con los alcaldes de Acapulco, Manuel Añorve Baños y el de Chilpancingo, Héctor Astudillo Flores, nos dicen que esa encomienda chirunda, fue una de las tantas que no se cumplieron.
Sin embargo, y que conste que no son calenturas mentales, el síndico procurador de Pungarabato, Cuauhtémoc Mastachi Aguario, ayer mismo y en Chilpancingo, aseguró a los reporteros que ni la Marina ni el Ejército habían sido capaces de inhibir la violencia y otorgar la seguridad que la gente tanto reclama, pues dijo, llegaron los marinos, se fueron y todo sigue igual.
Pero de esas corporaciones no tenemos información si para 2012, después o poco antes, van a ser confiables realmente, como la promesa de Alberto López Rosas. En el renglón de la milicia, ha habido varias voces. Algunas exigen que definitivamente salgan de las calles que han convertido en sus cuarteles, pues de acuerdo a la declaración de Mastachi Aguario, todo sigue igual o peor que antes.
En fin, en esas cubetadas de saliva, como dijo y a colación se cita, son los de la Procuraduría Agraria, en voz de su propio delegado, Fernando Jaimes Ferrel, se vacían inmisericordes, que alguien las recoja o les eche agua para que se disipe la baba salivosa.
Pues ahora una promesa más, como para variar y como para decirnos que siguen allí, queriendo salir del cuadro de la simulación, en un acto que no pasa de la intención: en 2012 tendremos una policía ministerial confiable, y si no pueden, bueno, otro plazo más de un año o hasta 2015, ¿qué más da? Hay más tiempo que vida.

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