miércoles, 6 de julio de 2011

COLUMNA


Hay que prender los focos de alerta para el 2012, han expuesto los que se mueven en los escenarios de la política, ya que existe el riesgo real de un estallido social, ante la descomposición de las instituciones y los políticos.
La sociedad en estos momentos ha llegado al hartazgo, expuso el representante del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ante el Instituto Electoral del Estado de Guerrero (IEEG), Ramiro Alonso de Jesús.
Digamos que tiene razón, y es enfático cuando se refiere a los políticos y su baja credibilidad, pues no hay uno solo de los que de supuesto jalan las riendas de la Res Pública, que pudiera decirse con la suficiente calidad moral para estar allí, exigiendo la confianza de la gente.
Un estallido social que se ha incubado, se asegura, desde 2010, en el marco del centenario de la Revolución y bicentenario de la Independencia de México, pero que el gobierno federal con toda la maña y la saña, dijo en la plática Alonso de Jesús, reforzó la delincuencia organizada para inhibirla.
De ser verdad esto, es muy delicado, pues nos descubre que estamos a merced de los caprichos de los políticos y sus intereses, manejan al pueblo como quieren, se sigue ganando en las elecciones al capricho y berrinche de un grupo, el del poder.
Lo que es verdad, es que efectivamente ya tocamos fondo, y lo que viene en el caso específico del estado más atrasado del país, es que despierte el Guerrero Bronco tan temido, y el dragón de fuego en el país.
Por supuesto que un estallido social no es conveniente, pero habría que ver a quién en realidad no conviene, quien es el más directamente afectado en caso de suceder. Ya antes la influenza A-H1N1, que para muchos fue un cotorreo oficial, puso a los mexicanos en el nivel del escarnio y el desprecio mundial.
El gobierno federal nos puso como apestados y luego de algunas malabares formulados por las televisoras nacionales, varios medios de comunicación aparte, y palabras mágicas, se logró salvar a los mexicanos y nos nació un héroe: José Ángel Villalobos, el secretario de salud, al que hasta se le condecoró.
Y bueno, para rematar, también y no obstante los continuos señalamientos, se erigió a otro: el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, porque también según Felipe Calderón, nos salvó al vida en esta barbarie que no acaba, y que si tomamos de cierto las palabras de Ramiro Alonso, en el sentido de que la barbarie es producto del gobierno federal, entonces vemos un juego avieso y demasiado delicado.
No se trata de azuzar a nadie, pero es verdad que el cansancio del pueblo es evidente: la pobreza y el miedo van amarrados en esta etapa del periodo presidencial de un hombre cuestionado desde su llegada con el famoso fraude cometido —de supuesto—, a ese que quería callar a las chachalacas.
No sería gratuito entonces, observar y sentir una reacción en contra, es decir, no se puede estar escupiendo hacia arriba sin que la saliva no lo ensucie. Estamos a muy poco de ver lo que se anuncia; ya se dieron las elecciones donde el PRI ganó tres gubernaturas, con trampas, por supuesto, pues no se ganan elecciones de otra manera.
Y esto, de continuar en este sendero, pone a México en un verdadero polvorín. Esperaremos y comentaremos, en este mundo de ciegos donde gobiernan los tuertos y se dicen reyes.


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