viernes, 26 de agosto de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios
Jesús Pintor Alegre

Fin de semana, día de la reflexión… Nicolás Maquiavelo en su libro El Príncipe, sostiene que es mejor ser temidos por clemente y no por cruel, una premisa con peso, pero advierte más adelante, que se debe ser cuidadoso en no emplear mal esa clemencia, y en ese tejido expone que un príncipe no obstante, no debe preocuparse que lo consideren cruel, siempre y cuando su crueldad sirva para mantener unidos y fieles a sus súbditos.
¿Qué tanto se parece esa escena textual a la actualidad?, podemos allanar la imaginación a partir del sincretismo de todos y cada uno de los que escuchan. De Carlos Zeferino Torreblanca Galindo se cuentan muchas historias, y pocas han salido a la luz pública por temor, pues pese a que ya no está en el poder, amarró compromisos para que eso que se da en la clase política: impunidad e inmunidad. Lo que significa, de paso, secuela o hasta inercia del poder.
El temor por esa crueldad aplicada al súbdito, o en este caso, al pueblo, del que le presumen esos mismos políticos con el cinismo que les caracteriza, es gobierno por aquello de la democracia, pues poco se puede avanzar. La crueldad se aplica de manera diferente y de diferente tonalidad.
Un ejemplo para ilustración: atrás de la voz aterciopelada y casi inaudible voz de Laura del Rocío Herrara, puede estar una persona diferente a la que se sugiere, no es un señalamiento directo, pero de cierto, en este mundo todos actuamos y nos colocamos el disfraz con el que queremos nos distingan.
En este mundo de las hipocresías, todos aparentamos. Allí la palmadita del político al periodista, y al rato la orden de golpear al comunicador para darle un susto, por aquello que ha escrito o dicho; inalienablemente nos sumimos en esa elipsis de nuestro propio Nerverlad pese a que nos encontramos en el País de las Maravillas de Angel Heladio Aguirre Rivero.
Ser cruel o clemente se pasea inmisericorde como actitud en todos los periodos gubernamentales, estamos asidos a nuestra propia angustia y a nuestra propia concepción. Hay quienes puedan hablar bien de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, pero otros, quizá los más, les haya dejado un mal sabor de boca, y hablen mal.
En el análisis que hace el Partido Acción Nacional y que a partir de allí hayan tomado la decisión de querer hacer su candidato a senador al ex mandatario, es que sólo los perredistas lo odian, y de ese grupo, según ese análisis, los que no tuvieron chamba con el ex jefe del Ejecutivo, de allí en fuera, todos lo aman.
Esta apreciación blanquiazul nos dice muchas cosas, y da la razón para creer que no hay una verdad absoluta en esto de hacerse respetar. En el caso específico del gobernador originario de Ometepec, también se han comentado varias historias, como esa de que es pariente y ha protegido a un delincuente, que ha sido el coco de otras organizaciones oscuras.
Hace tiempo, el ahora procurador general de Justicia, Alberto López Rosas, con manta en mano exigía justicia y el esclarecimiento inmediato del asesinato del ex diputado Armando Chavarría Barrera; ahora que es autoridad, el enfoque es distinto, y como que empieza a observar que la verticalidad de aquellos tiempos, no existe del todo, se rompe por segmentos y hasta desaparece en la parte final.
A partir de ello, han atacado de diversas formas al ahora fiscal guerrerense, pues no es lo mismo ser quien exige, a ser al que le exigen. Aquí luego de ser cruel por ser parte del pueblo y sentirse miembro de esa evanescente figura democrática de ser gobierno, ahora le toca ser clemente, en esa parte de la cúpula gobiernista donde también pudiera ser cruel, como antaño se veía de manera clara y obvia.
Ser cruel o ser clemente, en esta etapa de la historia, aún se aplica; dentro de varias generaciones, no nos extrañe, podría verse como fórmula vigente. ¿Qué nos ha tocado ver?, la aprobación de los PPS ordenado por el gobierno del estado a los diputados locales, en una clara crueldad al pueblo, es un absceso que no se difuminará fácilmente. Eso, por poner un ejemplo.
La clemencia se pinta por otra parte, con las dádivas y las promesas de cambio: hay pobreza, sí; hay dolor, correcto; hay muertes, claro; hay miedo, verdad. Pero vendrán otros tiempos, y se abren las esperanzas para ver la mejora el día del Juicio por la tarde, evento al que nadie debe faltar, según refiere la convocatoria en letras chiquitas, como una orden cruel y clemente al mismo tiempo.

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