lunes, 29 de agosto de 2011

COLUMNA


Falconario
Jorge Falcón
LAS MARCHAS Y LOS FARSANTES.
El 12 de marzo de 1930, Mahatma Gandhi emprende la manifestación conocida como «Marcha de la Sal» con vistas a arrancar la independencia de la India al Imperio Británico.
La Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad fue una gran manifestación que tuvo lugar en Washington, D.C. el 28 de agosto de 1963. Martin Luther King Jr. pronunció su histórico discurso «Yo tengo un sueño» defendiendo la armonía racial en el Monumento a Lincoln.
Marchas solidarias a 16 años de la matanza de Aguas Blancas, en contra del gobierno y sus obcecadas actitudes y aptitudes para dar un veredicto satisfactorio a las viudas.
Las marchas por la paz, la concordia y ahora, por la «seguridad». Han sido enarboladas por hombres y mujeres de pensamientos libres y comprometidas con causas nobles y justas. Por calidad humana. Esas mentalidades son producto de concientización, saberes y deberes. Es decir la sociedad ofendida, la sociedad que ha sufrido las carencias de un mal gobierno; por no decir ineptos, sino mediocre; pero, además ladrón de los dineros para prodigar servicios que por ley corresponden, como lo es la seguridad.
Cuando hombres y mujeres empleados de gobierno, pretenden o manipulan realizar una marcha; solo están demostrando su incapacidad, su desconocimiento de sus deberes y derechos; por lo tanto la sociedad civil debe tener demasiado cuidado cuando estas personas que realizan un «llamado» o «convocatoria» desde la sede misma del gobierno, porque les invade el temor, miedo y corrupción, por no saber salvaguardar la integridad de los representados. Cuando para ello es su ejercicio gubernamental. Es la sociedad libre, la sociedad que paga, la que convoca a la marcha, como lo hace Javier Sicilia y Javier Morlett, que son hombres emergidos de una sociedad que ha sido lastimado, ha sido ofendida la dignidad. Lo demás es y seguirá siendo un sainete y sus lacayos, unos farsantes.

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