COLUMNA

La Natividad de María
Apolinar Castrejón Marino

En comentario anterior nos referimos a la fiesta de la Virgen de la Natividad que se celebra en la Ciudad de Tixtla, en el estado de Guerrero el día 8 de septiembre de cada año. En esta ocasión nos vamos a referir a algunas de las actividades de las muchas que se realizan en torno a las festividades.
Los mayordomos tienen un año para preparar las festividades, durante el cual aprovechan para organizarse. Algunas actividades se realizan en comunión, y otras son repartidas en rubros, y cada quien adquiere un compromiso personal.
Entre todos se encargan de ir por las calles reclutando a los «empleados», que son todos los ciudadanos que aportarán los recursos económicos, que pueden ser desde 1 hasta 50 pesos. Se reparten por barrios, y los «empleados» son registrados en cuadernos.
También se reciben aportaciones «en especie». Algunos pobladores generosos donan varios litros de mezcal, costales de maíz, un puerquito, y hasta un toro o buey. Algunos que deben algún favor o «milagro» a la Virgen, aportan sumas considerables.
La recolección obtenida se utilizará para «arreglar» la iglesia de El Santuario cuando ya estén realizándose las festividades, con flores, y «verdes» (que son ornamentos de vegetales recién cortados como ramas de árboles» plantas de plátanos, guirnaldas o «boas» de ocote, etc.).
Muchos de los ornamentos no se compran, pero a las gentes que ayudan en su recolección y acarreo se les da de comer y se les dota de abundantes «bebidas sagradas».
Agua cristalina y clara, madre de ranas y sapos,
donde se lavan los trapos ¿Eso quieren que beba yo?
Yo bebo vino del puro que rompe hasta los muros
y que es bebida de reyes.
El agua es para los bueyes que tienen los cuernos duros.
No puede faltar la música «de viento» para amenizar las actividades como, recolección de los «toritos» de fuegos de pólvora que dona los ciudadanos, las danzas típicas de la región, los «carros alegóricos» con motivos religiosos, el recibimiento de contingentes de otros lugares, etcétera.
Se compran vestidos, galas y atavíos para la Virgen, pues cada año tiene que «estrenar» y estar muy presentable. Se hace una «novena» que consiste en 9 días de adoración a la Virgen, y que inicia el último día de agosto. El cura se cobra a sí mismo por sus «servicios religiosos» y ministerios.
Los días 7 y 8 de septiembre, en la casa de los mayordomos se hace abundante comida para dar a los «peregrinos» venidos desde lejos, y a todos quienes se acerquen a solicitarlo, «hasta donde alcance». Se sirve pozole, mole con tamales o caldo de toro, y desde luego, también abundante «agua de las verdes matas, tú me tumbas, tú me matas, o me haces andar a gatas».
El día principal de la feria de la Virgen de la Natividad, se «quema» un grandioso castillo de fuegos de pólvora, que llegan a costar varios cientos de miles de pesos. Es una gran fiesta popular, sin intervención de la clase política, sin «patronatos», sin cronistas, sin academicismos, solo la fe inquebrantable del prójimo.

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