jueves, 1 de septiembre de 2011

COLABORACION

La ciudad de los cafres
Apolinar Castrejón Marino
¿Sabe Usted de donde provienen los cafres? El país de cafrería se asemeja a «El Dorado», «La Atlántida» y Troya, sin lugares míticos, indeterminados y ubicuos. Los más ilustrados ubican cafrería en el continente africano y lo caracterizan como la tierra en el cual no existe el respeto por los demás, no hay reglas de convivencia y todos son arbitrarios.
A los choferes del transporte público de las ciudades se les llama cafres, pero eso se nos hace un poco injusto, porque si es cierto que son los más testarudos, necios y malandrines, hay muchos otros que les disputan el lugar de ser los primeros.
La noticia de hoy es que hemos encontrado cafrería y ya podremos ponerlo en el mapa. Se trata de la «ciudad» de Chilpancingo, capital del Estado de Guerrero, en México. Es el paraíso de los atropellos, los abusos, la corrupción, la bajeza, la indolencia, la apatía y del el influyentismo. Aquí se realizan las peores acciones de transa, de «mordida», de «entre», de «mochada» y de trácala.
Dirá usted que las autoridades están para prevenir actos deshonestos y reprobables. Pero como aquí es cafrería, los peores actos antisociales, ilegales e injustos, se realizan precisamente en el Ayuntamiento; y los realizan los funcionarios de cualquier nivel.
Si usted es cafre, le vendrá bien venir a Chilpancingo, o se sentirá cómodo viviendo aquí. Los automovilistas se estacionan en cualquier lugar, sin respetar los accesos de los minusválidos, ni las banquetas, ni las zonas restringidas. Los comerciantes ocupan las banquetas y los accesos públicos para poner sus mercancías.
Los vendedores de comida, venden sus productos sin ninguna regla de higiene, sin ningún respeto por los precios y con el peor trato hacia los clientes. Los vendedores callejeros son una plaga que todo lo contaminan: las tamaleras llena con hojas de totomoxtle las alcantarillas, las jardineras y los quicios de las puertas.
Los carretilleros que venden fruta, son los principales distribuidores de enfermedades gastrointestinales y de parásitos. El cúmulo más grande de basura se encuentra precisamente en el costado oriental, en el interior del ayuntamiento. La «fayuca» se vende en cantidades industriales a 50 metros de donde despacha el Presidente municipal ¿Por qué habrá tantas personas inclinadas a cometer la torpeza de llamarle primer edil?
Aquí, los policías, los agentes de tránsito y de gobernación, no representan la ley y no merecen ningún respeto; son verdaderos asaltantes de la población indefensa. Los curuleros se la pasan haciendo grilla engañando a la gente; haciendo como que gestionan, tramitan y facilitan el bienestar de la población. La verdad es que una vez llegan a sus curules se dedican a colocar a sus amistades, familiares y cómplices en una buena nómina, en un almacén o en una tesorería donde hay mucho que se pueda perder.
Toda la gente que vive en el centro de la ciudad tiene algún nexo familiar, filial o político con el Presidente, y por ello tienen a su disposición los mejores servicios públicos: les barren su calle, les recogen la basura a las puertas de su casa, y nunca les falta el agua entubada.
Como son unos muertos de hambre, todos prefieren hacer accesorias, que tener una casa cómoda y vistosa. Entran como ratas, por pasillos estrechos y escaleras empinadas y tiene sus habitaciones en el fondo o en las azoteas, por la ambición de las rentas que cobran mensualmente.
Y hasta para morirse son miserables. No hay «rico», «político» o personaje público que quiera pagar los servicios funerarios cuando se le muere un familiar. Siempre acuden a ver al Presidente para que les condenen el costo del terreno en el cementerio, el pago de certificados defunción, y hasta les duele pagar a los pobres albañiles que hacen las fosas, que hacen las lápidas y las colocan y vuelven a llenar los hoyos de tierra.

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