viernes, 9 de septiembre de 2011

COLABORACIÒN

Gobierno «institucional-democrático»

Apolinar Castrejón Marino

Muy equivocados estábamos algunos atarantados guerrerenses, creyendo que las nuevas autoridades, con un candidato que alcanzó altos niveles de aceptación, y que consiguió un gran porcentaje del favor de los votantes, el nuevo gobierno se avocaría a realizar las acciones efectivas para resolver los problemas que más preocupan a la población de esta entidad del sur de la república mexicana.
Hasta creímos que en este gobierno se combatiría la corrupción, la delincuencia y la arbitrariedad de los funcionarios públicos. Pero vemos que no es así. Continúa el nepotismo, el influyentismo y el tráfico dinero del erario estatal.
En las oficinas gubernamentales se ven muy largas cadenas de familiares, compadres y amigos, que se han colocado a «trabajar», patrocinados desde la Casa de Gobierno, una especie de Cueva de Alí Babá», donde se realizan los trastupijes peor vistos por la ciudadanía.
A pesar de su laaarga cola de priístas y de su irreductible «fraternidad» con los caciques y explotadores, los líderes del partido que hundió en la pobreza más vergonzosa al estado de Guerrero, y muchos otros saqueadores, fueron colocados en puestos estratégicos de la estructura de gobierno.
Las huestes perredistas acapulqueñas, que en mucho contribuyeron al triunfo en las urnas del actual gobernador, estuvieron prestas a exigir su cuota de poder. Y en masa fueron colocadas en departamentos, direcciones, coordinaciones y cuanta oficina tiene distribuidas el gobierno en toda la entidad.
Los líderes que tienen bien maiceados a sus colonos para cualquier reunión, mitin o manifestación con tintes políticos, se apersonaron luego luego ante el flamante gobernador para exponerle la urgencia de que les diera muchas plazas para que estuvieran en condiciones de ayudarle en la gobernabilidad del Estado.
Ante la demanda de plazas, el gobernador se vio precisado a crear puestos, a cambiar de categoría algunos, y a diversificar varios rubros. La burocracia se incrementó en 30 % solo en el primer mes de esta «administración», a la vista de todos. La «Real fuerza Aérea» de los sindicatos permaneció intocable.
Despachos y oficinas que antes funcionaban con 10 empleados, ahora tienen 13, encargados de despacho, jefes de área, subcoordinadores, subdirectores y demás inútiles, fueron ratificados y subidos de categoría «ipso facto», por obra y gracia del gobernador y sus cómplices. En ningún caso se tomaron en cuenta ni el perfil académico, ni la trayectoria profesional, ni la calificación de los promovidos.
Es más se pasaron «por el arco del triunfo» la compatibilidad de horarios para quienes cubren 2 o más plazas; y ni siquiera se tomaron la molestia para consultar a la oficina local de Registro de Profesiones, para saber si los títulos que ostentan los «jefes» de ahora son reales o son «diesel».
Con este panorama que no puede ser «maquillado» de ninguna manera ¿Cómo podemos esperar que se acabe la delincuencia? ¿Cómo podemos aspirar a que los funcionarios sean eficientes y hagan su trabajo con profesionalismo? ¿Cómo podemos ser más productivos?
No podemos exigir a los jóvenes estudiantes que se concentren y esfuercen en sus estudios, porque es fácil que nos cuestionen diciendo que ¿Para qué? Ellos saben muy bien que solo encontrarán trabajo quienes tengan influencias o dinero para comprar una plaza, sin importar su preparación.
No podemos pedir a la ciudadanía que respete los lugares públicos, la propiedad y el patrimonio de los demás, porque seguramente nos dirán que primero los respete el gobierno y los funcionarios, que venden y se apoderan de zonas federales, áreas verdes y accesos públicos.
Así las cosas, cualquier ciudadano se atribuye el derecho de expresarse mal de las autoridades, realizar protestas callejeras, y recurrir a los medios de denuncia en los periódicos y la radio. Aunque saben que no se resolverá nada, al menos contribuyen a que la ciudadanía no siga engañada.

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