lunes, 5 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios
Jesús Pintor Alegre
El tío tatarabuelo de Matusalén, y primo hermano mayor del Diablo, se acercó a confundir a esa masa que denominan políticos, les sopló al oído, los entusiasmó, y como si hubieran comido la manzana del Paraíso, creyeron haber descubierto los agujeros ignominiosos de las regaderas, y se proclamaron poseedores de la verdad absoluta, para empezar la ridícula pasarela.
Y por ahora, se han dejado ver en fiestas sultánicas y reuniones del ocio: Héctor Astudillo, Héctor Vicario, de repente Rubén Figueroa, que con sus declaraciones baratas, parece engullirse las páginas de los medios, y en una mezcla de entre loa e insulto, habla del gobernador, ese del País de las Maravillas, que también se desgarra el ropaje y bendice de pronto.
Por allá luce su figura emblemática de la nada, René Juárez Cisneros, o Efrén Leyva Acevedo; figuras grises y llenas de melcocha por otro lado, que se espantan por lo que ocurre en Acapulco y se dicen solidarios con los maestros que huyeron espantados al recibir mensajes de un descuento del 50 por ciento por eso que llaman «derecho de piso», que se restriega ante la inutilidad de las autoridades.
La gente sigue cayendo cual moscas, como producto de las políticas ridículas de un presidente con empleo que parece tener problemas psicológicos y que cree de cierto que le asiste la razón, y que el mundo gira en derredor suyo, con unos secretarios de despacho en Guerrero, que nadan en su propia fumarola creada por sus emisiones corporales, y aspiran un cargo más, como creyéndose los únicos poseedores de la conciencia popular.
Allá un Cuauhtémoc Salgado Romero, diputado que se enmaraña en su territorio que cree dominado, y se regodea con el presunto crecimiento de su candidato Enrique Peña Nieto, que se ata a su vez a la división del PRD, una división que cala, pues el desgreñe entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard es intenso, y las cabezas en Guerrero: Carlos Reyes Torres y Evodio Velázquez, no son de ninguna manera factor de unidad.
O un PAN apagado, gris y espasmódicamente inactivo, en esa perpetuidad que parece cierta, sin definición y encaramados con los que llama aciertos de Felipe Calderón y su guerrita intestinal.
El primo hermano mayor del Diablo, de cierto, anda haciendo de las suyas, anda suelto, mueve aquí y allá, decidiendo sobre ese que presumen que sabe más por viejo que por Diablo, o ese hombre vetusto que aparece en unas líneas de la Biblia; la experiencia habla, deja en el aire, y no ha quedado más que se hagan trizas en su propio lodo esos que se llaman políticos.
Esos seres extraños, con la mente obnubilada, que se creen indispensables y que suponen tener el control, que idealizan su poder risible, empequeñecido con todo lo que ocurre en derredor, con una barbarie montada sobre los valores y sobre esos mismos que se creen dominadores, que se confunden entra las señales de televisión que muestra a su vez, una doble moral.
Se ha dicho aparte, que los cerca de 40 mil millones de pesos que inyectan las organizaciones oscuras y que se tienen que lavar, son el sostén de este país chocarrero, que se baña los miércoles con los aromas más finos del alcázar de Belcebú. Y son los que ahora mantienen la economía nacional, mientras el petróleo, se ha quedado para financiar esa guerra inútil y los uniformes del comandante supremo.
Todo ello, dando vueltas a las risotadas del pariente mayor de Matusalén, y maestro indefectible del coludo, perdido en los humores de nuestra realidad escamosa, con una sociedad que se atenaza a sus propios miedos, que se hace ovillo, y se esconde tras las paredes de su hogar y bajo sus sabanas, como únicos escudos protectores.
Los «yo te prometo esto y lo otro», banderas inmisericordes, empiezan a hondear ante los sueños de la gente, que mantiene sus ojos hipnotizados en esos seres que montan una res famélica; si lo dice Rubén Figueroa, es cierto, Ángel Aguirre, o Felipe Calderón, si lo exclaman diputados, es que lo saben todo, aunque en realidad navegan en su propia ignorancia.
Alcaldes omnipotentes, que dominantes absolutos, como Kalimán, pero cuando ven llegar los guamazos reales, se arrinconan y dicen ahora que no es su competencia, sino del estado o de la federación… sin duda el juego apenas empieza, la fiesta de 2012, se coronará para regocijo de ese ser, el intendente neuronal del Diablo, no estimado y hasta inadvertido.
Allí está, en el teatro al aire libre de nuestra realidad bananera.

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