martes, 13 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

En este País de las Maravillas sigue siendo una situación clara e indiscutible a pesar de todo, de que la vida no retoña. Una premisa que mantienen profesores de Acapulco, los que con toda justicia le piden al gobernador Ángel Aguirre Rivero, seguridad, pues no pueden trabajar invadidos de miedo, con policías, militares, y botones de pánico instalados por el gobierno, que no han mostrado efectividad.
Tienen totalmente la razón, y aquí no se trata de premios políticos como los recibidos por el padre de Luis Donaldo Colosio, al que luego de matarle a su hijo, le dieron una senaduría; o a la hija de Homero Lorenzo Ríos, Hilda Ruth, a la que le cedieron la diputación local, también luego de ser muerto; algo que pudiera suceder con la viuda de Armando Chavarría, Martha Obeso, en 2012.
Con los maestros no sucederá de esa forma, y eso lo tienen presente, más en el caso de aquellos profesores con niños pequeños, a los que dejarían desamparados, y sin más apoyo que la bendición de Dios. Tienen razón, por supuesto, y ni el ridículo Rambo de Guerrero, David Jiménez Rumbo, con su AR-15, los podría defender.
Las escuelas siguen cerradas y se han sumado más a ese movimiento con toda justeza. Pues la amenaza, cierta o no, es que desde octubre les empezarán a descontar el 50 por ciento de su salario, a todos y cada uno de los profesores.
La gente está totalmente vulnerable y a merced de los grupos oscuros. No hay forma de que convenzan a los mentores, ni las amenazas del secretario de Seguridad Pública, Ramón Almonte Borja, quien además de que dijo que ya no había problemas pues aseguró que los iban a proteger pero si no regresaba, que les descontaran; a pesar de que el gobernador del país de las Maravillas minimizó el problema y de las bravatas de la titular de la SEG, Silvia Romero, no han podido ser convencidos.
Claro que tienen razón los profesores: la vida no retoña, una situación que se desprende porque nadie quisiera estar trabajando para otros, entregar parte de su salario para poder sobrevivir ante la inutilidad del gobierno. Es claro que la experiencia es la gran muestra, y estamos en riesgo de que se pudieran sumar a esta acción, los 73 mil trabajadores de la educación en el estado, y de paso, apabullar el cacareado intento de alfabetizar a los adultos.
El estado, de cierto, está entrando en una fase de riesgo, a un paso de la clara ingobernabilidad. Los maestros aparte realizan un acto de resistencia ciudadana, donde el mensaje es claro: no sirven las autoridades para proporcionar seguridad, su inutilidad es tanta, que los ciudadanos se tienen que rascar con sus propias uñas, luego entonces, de nada sirve atender sus llamados, porque ni una flor les aventarán en sus tumbas.
De soslayo, hay una grave afectación a la formación educativa de niños, que en este movimiento con razón, también golpeará al gobierno, pues sus métodos no funcionan, y este golpe, impactará a nivel federal, con la guerrita de Felipe Calderón, nuestro Napoleón Bonaparte mexicano, quien insiste en sus ganas por legitimarse como presidente de la República, luego de la forma dudosa en que llegó.
En un curso de periodismo en la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México en 2009, uno de los presentes sugirió que ante esta ola de violencia y por lo que se veía venir para los periodistas, que denunciara ante las autoridades competentes. Una voz díscola surgió para preguntar entonces: ¿denunciamos antes de muertos o después de muertos?
Una pregunta que si bien causó la hilaridad en esa ocasión, marcó la desnudez del ciudadano ante los embates del flagelo: la anarquía es muy clara, donde la autoridad sigue sin pesar, no obstante la aplicación multimillonaria de recursos, con militares altamente adiestrados, artillería pesada, blindados, y profundo conocimiento de las armas… y que sin embargo, sigue sin servir nada de eso.
En Chilpancingo y en otros puntos del país, andan a salto de mata algunos síndicos procuradores de la Tierra Caliente, que han dejado la región por miedo, y no precisamente a los grupos oscuros, sino a sus propios presidentes municipales, a partir de esto, entonces, se puede lanzar la proclama del Chapulín Colorado. La maldad no es exclusiva, y todo parece enmarañarse cada vez más.
Por ello, no hay poder humano que pueda convencer a los maestros de Acapulco de regresar a las aulas, pues simple y sencillamente, no podrían defenderse con su gis y su borrador, mientras militares y policías, pudieran dar varias vueltas antes de llegar al lugar donde solicitan su ayuda.

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