miércoles, 21 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

El diputado presidente de la comisión de Educación de la LIX legislatura local, Florentino Cruz Ramírez, hizo unas declaraciones que pese a la carga de positivismo que le trató de inyectar, terminan por apabullar.
El tema fue el caso del cierre de escuelas en Acapulco con la consecuente suspensión de clases, debido a la inseguridad y la imparable violencia. El ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, se fue más allá y dijo que en este estado no está seguro nadie, ni siquiera el gobernador, Ángel Heladio Aguirre Rivero.
Que nadie tiene la seguridad garantizada al 100 por ciento, pues si van a matar a alguien, dijo, ni con 20 policías o 20 guaruras se podrá salvar, por lo que no obstante ese gran riesgo, los maestros en una muestra de heroicidad, deben regresar a dar clases.
Y es que no se vale que los educandos sigan sin asistir a la escuela, que lo que pasa en Guerrero, es algo que no se puede evitar, y como para consuelo dijo que ni él estaba seguro, tal vez en recuerdo al diputado federal, Moisés Villanueva de la Luz, asesinado recientemente.
Y más atrás, los nombres que parecen escurrirse a la cubeta del inodoro de Mefistófeles: Armando Chavarría Barrera, y José Bajos Valverde; igual que como se fueron al caño del olvido: el ex gobernador José Francisco Ruiz Massieu, y el ex candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio.
Debe tener razón el diputado, en estos momentos hace falta mostrar valentía al grado de la heroicidad, tal vez el consuelo ralo de que esto sucede en todos lados y que nadie está a salvo, ni siquiera esos funcionarios que tienen guaruras que lo defienden hasta contra las moscas.
Allí el caso del gobernador Aguirre Rivero, quien cada mañana debe despertar con la pregunta: «¿y ahora con qué me van a salir?», a quien sus guaruras, en las entrevistas banqueteras, no les permiten a los reporteros tocarlo siquiera o pasar a rozarlo, pues allí están prestos para retirar el brazo insolente.
Un hombre que cuenta con toda la seguridad que uno pueda imaginarse, con centinelas y francotiradores, vigilancia por aire y por tierra, inclusive un vigía en su recámara, y más si la imaginación se desborda. Pues ni este personaje, el del país de las Maravillas, está a salvo en este estado, según el diputado Florentino Cruz.
Luego entonces, los maestros y demás ciudadanos, tienen la vida pendiendo de un hilo. Pero de cualquier manera, todos tienen que hacer su trabajo, de nada sirve esconderse, de nada sirve querer ponerse a salvo, pues entonces, el mal ejemplo se propagaría, y empezarían a cerrar hospitales y luego universidades, y negocios.
Que como para emular a los Niños Héroes, a Miguel Hidalgo y Vicente Guerrero, se haga frente al fenómeno, de acuerdo a la invitación de Florentino Cruz, pues según él, con asistir al Congreso del estado, o viajar en su camioneta blindada, también se expone, y eso lo hace solo con el miserable objetivo de cobrar sus dietas jugosas y sus bonos extras.
Pues sí que debe ser muestra de una gran valentía. Tal vez volando en la ensoñación de que todos perciben lo mismo, así los barrenderos o burócratas de oficina con sus 800 pesos o hasta mil 500 a la quincena, deben solidarizarse para no poner el mal ejemplo. Los maestros deben emular a los héroes de la Independencia y la Revolución.
Inclusive si se pudiera, para ganar más bonos y la mejor mención: mostrar el pecho al enemigo para que le alojen las balas necesarias. Quizá Florentino Cruz tenga razón, quizá ya basta de tener miedo, quizá ya estuvo bueno de andarse escondiendo y ser presa del capricho de otros, pero ese «quizá», con el criterio personal de cada vida o de cada muerte.
Luego entonces, no queda más que orar, como un acto último y en un afán de rescatar ese valor también ya perdido. Sin embargo, bonito consuelo da el diputado a los maestros, que como presidente de la comisión de Educación, debería ser el primero en abanderar sus exigencias, y no apoyar al gobierno, al menos en la primera lectura.
Es interesante cuando dice que no se vale que los alumnos se queden sin clases, y bueno, como dijera el secretario de Asuntos Indígenas, Marcos Matías Alonso, por el caso de los alumnos rechazados de la universidad, al sugerir que se abrieran carpas en los espacios públicos donde los jóvenes recibieran clases.
En el caso de los niños de Acapulco, que se abran salones de clases en las fuertes oficinas de gobierno como Casa Guerrero, el Palacio de Gobierno, o las plazas militares o policiacas, ello, en un acto por buscar opciones, y si no, entonces que no les vaya a pasar lo que al perico si no se agachan.

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