jueves, 1 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios
Jesús Pintor Alegre

El mal gobierno tiene fecha de caducidad, sin duda. O al menos es lo que quisiéramos leer en una frondosa etiqueta dorada, y que los políticos, cuando empezaran a fallar, se les desechara al rincón de los trebejos para buscar una reposición. En este llamado mes patrio, donde surgen las bravatas fervorosas, y cualquiera se siente Miguel Hidalgo o Vicente Guerrero Saldaña, podemos alucinar porque además, nos encontramos en el país de las Maravillas.
En esta amalgama multicolor e hipnótica, nos enredamos para creernos cada una de las palabras que nos llega a decir el hombre del poder, no importa si descompone una canción de José Alfredo Jiménez para hacerse el gracioso, o nos inventa que la nueva Constitución nos va a dar chance de decidir en el andar del pueblo mismo.
La Alicia, nuestra Alicia, es la primera dama del estado, esa misma que aseguran fue la que presionó al resignado Angel Heladio Aguirre Rivero, quien había cedido la candidatura del PRI a Manuel Añorve Baños. Fue tal su insistencia, ha trascendido, que el entonces senador, se vio orillado a luchar por poder entrar al PRD vía Misael Medrano Baza, David Jiménez Rumbo y Lázaro Mazón Alonso, quienes estos dos últimos, se negaban a endiosar a Armando Ríos Piter.
Una aversión que se eructó desde que el diputado federal, llevaba en la frente el sello del gobernador Chirundo, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, quien por un lado, para Jiménez Rumbo, era el responsable del paso accidentado de Armando Chavarría Barrera desde la elección interna, la secretaría general, y finalmente responsable de su muerte.
Y por el lado de Lázaro Mazón Alonso, la irreconciliación se había sembrado desde que Torreblanca Galindo le ofreció la secretaría de Salud, y al rato sólo le dio un plátano y le hizo la Britney señal.
Luego entonces, se tendía la alfombra para que Alicia siguiera al conejo que aparecía de pronto en medio del bosque con un apresuramiento atroz, viendo continuamente un reloj de bolsillo. Una obra para lectores infantiles escrita por Lewis Carroll, de la que su primera edición se dio a finales del siglo XIX, en 1865, de la que un ejemplar de esa edición de la que cuentan 23 piezas, fue vendida en subasta en 1.5 millones de dólares.
Según la enciclopedia, es una historia creada fundamentalmente a través de los juegos de lógica, en la que se recrea durante 12 capítulos, la maraña en la que se envuelve aquella Alicia, con el Conejo Blanco, el Sombrerero, la Oruga azul, el Gato de Cheshire o la Reina de Corazones. Y que ahora se proyecta a nuestra entidad, donde si pasaba algo al ingreso, fue por herencia de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, al menos es lo que nos quieren decir, y que ahora, ahora exactamente, ya casi no pasa nada.
Donde nuestro gobernador en esa historia parecería que se coloca la vestimenta del narrador, o el dios que le da vida a este mundo mágico y maravilloso, donde sin embargo, de acuerdo a la historia de Lewis Carroll, en nada se acierta, allí las botellas de «bébeme» o «cómeme», donde nuestra protagonista disminuye o crece, con lo que se ve impedida de realizar su encomienda, y que logra en momentos de chiripa.
El error que se cometa será tan grande, que no cabe en una casa por monumental que sea, como cuando Alicia creció tres metros, y llora tanto, que por sus dimensiones, las lágrimas hacen un gran charco, donde nadan un pato, un dodo, un aguilucho y un loro, y luego al disminuir Alicia, también nada en su propias lágrimas y hasta hacen un concurso para ver quién se seca primero.
En esa alucinación, sin que el conejo desaparezca de la trama, Alicia ve a un oruga azul encima de un hongo gigante, y llega a la conclusión en ese momento, que luego de cambiar tantas veces de tamaño, ella ha perdido su propia identidad, y se lamenta y reniega de todo, al rato recibe la invitación de jugar croquet con la reina de Corazones que es como su esposo, un naipe, y que para todo pide la decapitación de tal o cual; por allí descubre al gato que sonríe todo el tiempo.
Con la compañía del sombrerero y un lirón, Alicia comparte la mesa de los locos, la protagonista menciona una fecha: 4 de mayo, fecha del nacimiento de esa Alicia. Alicia luego ve al conejo, aterrado con la imponente presencia de la reina de Corazones. Luego la protagonista se ve en medio de un juicio, y es llamada a comparecer, de un tema que desconoce del todo; donde el acusado es la sota de corazones, y el conejo blanco, el heraldo.
Luego que habla de injusticia al querer la reina de Corazones emitir juicio en contra de la sota, la soberana entonces ordena que decapiten a Alicia, y es cuando de repente despierta en el regazo de su hermana mayor, para concluir en definitiva que se trató de un sueño, un momento de sopor en el que sin duda, ahora nos encontramos. Y por donde vayamos, será en esa línea de paradojas y absurdos, para cerrar nuestros 12 capítulos divididos en tres trimestres de estos cuatros años y pico, que durará este periodo maravilloso.

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