martes, 13 de septiembre de 2011

COLUMNA

Jiribilla Sierreña
 
Jorge Luis Falcón Arévalo

«LA CABALLADA JUANEADA»

La costa grande del sur, una tierra fogosa, efusiva, nerviosa como que se parece al sol costeño, tiene una secretísima interrelación; lo que obviamente, también hace parna, carnal a los sierreños. No hay duda. Por supuesto que esto conlleva a diversos derroteros; pero el que apura a todos y a nadie, es el de la polaca, el de la grilla. Muchos dicen que no son los tiempos; pero muy dentro de su apenada, atribulada alma y quisquillosa mente, les urge que esto se haga de forma pronta y expedita. Claro pero por supuesto. Se hará. Algunos suspirantes que cuentan con recursos económicos propios pues se asoman, se juntan, se hacen ver entre la sociedad; se dan baños de pueblo y recorren la sierra, como aquel que anda en busca de un pino navideño o preguntando como se llega a El Paraíso.
Cual más quiere la silla municipal -misma que se encuentra en el lugar equivocado y como dijera el maestro Fierro: «ese sitio que ha sido de lamentos, gritos, torturas y demás atrocidades, no debe ser la Casa del Pueblo»- añora la silla, la estantería, los muebles y algo más. Por lo cual se estrujan las manos; y, en ocasiones los pies.
Otros suspirantes tunantes «sabaneados» «juaneados», esperan que papa gobierno les indique que van a ser el representante de ¿Qué partido?, para ser el parásito de la política que solo habrán de cuidar intereses ajenos, más no administrar para los atoyaquenses. Los otros, también, que esperan que «Papá Ángel Aguirre», les dé el banderazo de salida, Como dicen algunos pueblerinos «a ellos témele, de ellos aléjate, de esos desconfía». Otros más están esperando, ver saltar la liebre; pero tienen cuentas pendientes con la justicia. ¡Lástima Margarito!
Cual más dice que «no son tiempos»; pero mantienen una risa cínica, porque les urge hacer proselitismo y se hacen acompañar de personalidades «non gratas» ante la concurrencia atoyaquense. Pero buscan fechas importantes para hacerse los aparecidos, como alma en pena. Algunos otros como loco de pueblo, salen a exhibirse como en las jaulas los animales del circo, solo para hacerse ver, hacerse sentir entre la chusma. Dijera uno de esos «luriado», para que «vean que aún respiro». Las ansias están vigentes y constantes. «La caballada está flaca», dijo en una sacrosanta ocasión Don Rubén Figueroa Figueroa; hoy, parodiando al viejo político de Huitzuco, digo:» la caballada está juaneada».
Otros más envían representantes hombre o mujer, para hacer «juntitas» y «reunioncitas», para que no se vea que andan solos, como el tunante lunático de pueblo. Parlan y dicen discursitos que ni ellos mismos se creen, como el mentecato que sabe lo que ignora y desconoce más de lo que debe saber. Como aquel perturbado e insensato aspirante que no sabía dónde se localiza el mercado de Atoyac; y, repitiendo hasta el cansancio: «¡Voy a ser el alcalde, para meter en orden a los vendedores ambulantes y hacer de Atoyac, una verdadera ciudad! ¡Ajá! ¿Y tu nieve de limón antes o después de la comida?
Dijera un profesional y tahúr invade calle, ¡Tengo un amparo federal, por eso Bello no me quita, ni me quitará! ¡Moles, eso sí castra al más pintado; pero bueno! Han pasado diversos alcaldes hombre y mujeres, cuerdos y sabandijas, borrachines y abstemios y nada sucede. Esos siguen allí postrados en plena vía pública, porque carecen de lo elemental que tampoco sus hijos, nietos y biznietos tendrán: educación. El que es indio, del cielo le caen los huaraches, dicen en Chilapa.
Todos mezclados priistas con perredistas; panistas con priístas; convergentes o mal llamados movimiento ciudadano (sic), entre mezclados con perredistas y émulos de Fidel Castro, no por las ideas o la inteligencia, sino por la barba espesa y abundante, la piocha bien cuidada; que solo saben hacer, lo que nunca hacen los hombres de izquierda: ser soplones o delatores. Cada quien con su cada cual, buscan hacer grupitos y apoyarse entre los antes contrincantes a sangre y piedra; hoy, compañeros por omisión y mala memoria. Por eso el mexicano no progresa, ni desarrolla estilos de hacer política.
Hay quien tiene «mayor capital político y más gente» y sigue su marcha, para expresar que también estará en la contienda, que buscará ser la representante de los atoyaquenses a como dé lugar; mientras esto ocurre tricolores, azules y amarillos se sienten apabullados, atolondrados y superados por alguien que en evento reúne cientos de amigos y simpatizantes, lo que ellos lo harán solo en su sepelio, si acaso. Mientras no erijamos una auténtica clase intelectual que conecte el cerebro con el corazón y a ambos con el amor a su patria chica, su identidad y su historia, seguiremos teniendo lo que está a la mano. ¿Y los de la famosa marcha del jueves 5 de mayo? ¿Saben dónde están? Bueno, ya les diré después qué negociaron. Para que sirve su marchita y uno que les hace el caldo gordo. Pero, serán desenmascarados.

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