miércoles, 14 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

Mientras los de la línea de Nicolás Chávez Adame, el de la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero, es decir, los de la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación, organización que encabezó, ayer habían bloqueado la llamada autopista del Sol, el hombre de izquierda, Pablo Sandoval Cruz, recibía la presea «Sentimientos de la Nación», esa misma que le habían negado por tanto tiempo.
Ya el mismo Nicolás Chávez Adame, le había entregado una presea que le llamó popular, y bajo el concepto del mismo nombre que le da el Congreso local. Antes, en un acto risible, los miembros del Congreso decidieron premiar la labor del presidente Evo Morales, quien ni siquiera se asomó al país, y luego, a la escritora y periodista, Elena Poniatowska, quien por dignidad rechazó la presea.
Muchos pensaban que Pablo Sandoval rechazaría ese premio a la nada, también por dignidad, y por el tanto tiempo que le fue negada, muchos creían que le iba a hacer vacío al Congreso y un desplante al gobernador, Ángel Aguirre Rivero, quien no quiso ir a los dos primeros eventos matutinos de ayer, y mandó a su gris representante, quien de manera desafortunada exigió a los jóvenes que por patriotismo, imitaran a los Niños Héroes para acabar con la delincuencia organizada.
Inclusive se vio afectada la inauguración del auditorio también denominado Sentimientos de la Nación, donde iban a cantar Francisco Céspedes y Armando Manzanero, el gobernador tampoco fue, y lo peor: se canceló la inauguración, por orden del mandatario estatal, argumentó el vocero oficial, Pedro Julio Valdés Vilchis.
Sin embargo, a manera de justificación, por lo que nadie sabe qué tanto hacía el gobernador, se dijo que había una amenaza de bomba, y que no se quiso poner en riesgo a la persona del mandatario estatal, un lugar, Chilpancingo, que era un verdadero búnker, con naves aéreas sobrevolando el espacio, militares rodeando el área, con perros adiestrados en constante rondín, policía militar, y francotiradores.
Finalmente la presea se entregó y el hombre de izquierda, Pablo Sandoval, uno de los pocos, poquísimos orgullos de la izquierda, llegó a la premiación, enfundado extrañamente en un traje oscuro, y hasta habló al micrófono, donde pidió que los militares dejaran las calles de las ciudades, y que las recomendaciones de los derechos humanos fueran atendidas por el gobierno.
Palabras y sólo palabras para infortunio del pueblo y regocijo de los hombres del poder. La corbata del hombre de la izquierda digna, parecía doblegarse ante el micrófono, y el saco que cubría el cuerpo de don Pablo, a ratos parecía una gran sábana oscura de la vergüenza… en verdad muchos creían que rechazaría esa presea que premia la nada, que hace caravana a la vacuidad y al espectáculo carnavalesco.
¿En verdad este país en su esencia hubiera querido el cura José María Morelos y Pavón?, una nación con estas características, estas desvergüenzas y estas formas de entender la ayuda al pueblo; una nación convulsionada por la barbarie, y al parecer sin orden ni guía.
Alguien debió de haber asesorado a nuestro Pablo Sandoval, alguien le dijo que eso era lo conveniente, que debería recibir esa presea que representa a un Congreso agachón y entreguista, un Congreso compuesto por 46 diputados que se someten a los caprichos del gobernador, y que le siguen los pasos igual, igualito que antes, y sin cambios sustantivos ni reales.
Una presea, denominada «Sentimientos de la Nación», con la carga espiritual de José María Morelos, que en realidad parece emanar de un cuadro farandulero, una presea tan vacía que recibirla, es algo así como recibir nada o peor que eso, ayudarles a los diputados con sus culpas y su entreguismo.
Hay coincidencia en este punto. Tal vez coqueteo de las organizaciones llamadas populares, con el gobernador, esas mismas organizaciones que el mandatario ha ninguneado, y que el Frente de Masas Populares de Guerrero, se ha quejado siempre.
La complacencia debe estar en algún lugar, tal vez en el gusto y orgullo de que fuera el espíritu del mismo José María Morelos y Pavón, quien reconociera a don Pablo Sandoval, nuestro Pablo Sandoval, el ícono de la izquierda. Por cierto, la única figura emblemática que nos queda en Guerrero.

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