miércoles, 7 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

De entre toda la sapiencia de nuestros políticos que se desborda a raudales, en ocasiones se llega al cenit, y se cometen pifias de tamaños enormes, son pues esos momentos en los que creyendo que la luz divina los asiste, y que hasta el espíritu santo les pertenece, es cuando se deslizan.
Ayer durante el mensaje del gobernador, Angel Heladio Aguirre Rivero, y frente a autoridades políticas, educativas, militares y policiacas, por el caso de las escuelas cerradas en Acapulco por la inseguridad, conminó a los mentores de 52 escuelas y no 350 como dijo se ha difundido irresponsablemente, regresen a dar clases.
Una invitación ataviada de cordura y madurez, pues deja entrever la preocupación por la ciudadanía y sobre todo, de los futuros ciudadanos, esos educandos ahora que a la postre liarán con las riendas de un estado tan conflictuado como el de Guerrero. Digamos que si habría que calificar a esta acción, se le tendría que colgar la etiqueta de loable.
Sin embargo, la mosca que revoloteó la sopa, fue el gancho que utilizó el mandatario estatal para convencer a esos maestros que sólo temen por su vida, la de los alumnos o de los padres de familia en esta etapa de la paranoia colectiva, dijo textualmente que la «situación que se vive en algunas zonas del estado, afortunadamente se está dando en todo el país, no es solamente Guerrero».
… El mensaje abre sus aristas, y es entendible que la prensa no haya difundido la declaración de esa manera, y que inclusive hayan tenido que editar el mensaje del oriundo de Ometepec, ese con quien coquetean Rubén Figueroa Alcocer y Manuel Añorve Baños. Pero lo que se entiende entre líneas, es que el gobernador muestra una gran complacencia porque haya violencia en todo el país y no sólo en Guerrero.
De ninguna manera es motivo de festejo, y que en esta etapa gubernamental, donde las reglas parecen haber regresado del pasado, y que los que alaben al gobernador y le echen flores, serán recompensados, y los que lo ataquen o mejor que eso: que le traten de hacer ver sus errores, serán sancionados, es cuando es realmente importante resaltar este tipo de deslices.
No se trata de sentir entusiasmo por lo que nos está ocurriendo, no se trata de justificar nada, que lo que ocurre en Guerrero no tiene solución pues en todo el país está igual, y que sólo queda resignarnos. Esto es un punto en el que se debe trabajar, o bien cuidar sus palabras o bien los textos que le elaboran sus asesores, que se vea que realmente están devengando su jugoso salario.
En esta declaración, muchos serviciales podrían entrar al quite y decir que «lo que el gobernador quiso decir…», como en ese cuadro de la nostalgia de Vicente Fox Quesada, cundo cobró como presidente de la República, y que prácticamente en casa palabra y hasta en cada gesto, cometía un error.
En esa línea digamos que lo que quiso decir el gobernador fue que vivimos una situación difícil en todo el país, que la violencia no es exclusiva del estado de Guerrero, eso si quisiéramos ser muy puntuales en la edición, pero la palabra «afortunadamente» rompe con toda intención, y no hay forma de defenderlo, si decimos entonces que los errores se cometen porque somos humanos, entonces pues sí hay que entenderlo.
Pero nadie, en absoluto, debe sentirse gozo por lo que nos está ocurriendo, esta barbarie que nos carcome a diario y provoca miedo, llanto y desplazamientos, pese a que la misma oficialidad ha presumido que la violencia ha descendido, y que en un acto de la paradoja aguirrista por lo de «afortunadamente», se vive sólo en algunos puntos de Guerrero.
Esa sabiduría pues, de alta alcurnia, no debe de provocar ver hacia los lados y por sobre el hombro. Se ha minimizado el miedo que viven maestros, dijo Aguirre Rivero, de 52 escuelas; la reacción de los mentores aludidos fue entonces que si ocurre una muerte más de un profesor o estudiante, pedirían un juicio contra el gobernador y exigirían que deje su cargo.
Claro que hay miedo, uno no está a salvo de nada y a pesar de que el secretario de Seguridad Pública, Ramón Almonte Borja presuma que los profesores tienen garantizada su seguridad, nadie tiene la capacidad por ahora de garantizar nada, y es absoluto, una declaración, la de este funcionario policiaco, que también es desafortunada, pues asegurar que los maestros están a salvo, es casi como certificar que mañana es el fin del mundo, con o sin el notario público de Enrique Peña Nieto.
La sabiduría se desborda pues, en esta etapa cantinflesca, donde en un intento por dar calma, se logra lo contrario. Y mejor, como dirían los programas baratos de televisión, para sacudirnos toda responsabilidad: usted tiene la última palabra.

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