martes, 20 de septiembre de 2011

COLUMNA

Huevo de la serpiente


Apolinar Castrejón Marino


El huevo de la serpiente es una frase para anunciar lo inevitable, especialmente cuando es perjudicial y dañino. Es una advertencia combinada con amenaza. Es la sentencia que anuncia la muerte.
El huevo de la serpiente (Ormens ägg) es una película realizada en 1977, dirigida por Ingmar Bergman, ambientada en el Berlín de los años 20. En ella actuó el célebre David Carradaine.
Pero no hablamos realmente de la película, ni de las serpientes, ni de sus huevos. Nos referimos a que en el Estado de Guerrero, en el sur de la República Mexicana, con un atraso ancestral en lo económico y social, la peor amenaza es la proliferación de vagos y vándalos que ocasionan desorden y malgastan los recursos económicos destinados para la educación.
Tema muy espinosos es el de los jóvenes que no alcanzaron cupo en las escuelas de educación superior, y cobijándose con la bandera de que son rechazados, marginados y discriminados, se han dedicado a cometer atropellos en contra de la población y del patrimonio gubernamental.
Gustan de pintarrajear los edificios públicos, romper los cristales de las negociaciones presuntamente transnacionales y bloquear las calles del centro de la ciudad. Como es fácil ver, los daños son reparados con dinero de nuestros impuestos, y los ciudadanos cuya vida es interrumpida, nunca verán con buenos ojos las «luchas» de los jóvenes.
Quizá tengan razón en exigir que las escuelas cubran toda la demanda de educación, y quizá hasta les asista la razón de reclamar plazas para maestros. Pero también estamos ciertos que demandan cierto tipo de escuelas como las de derecho y periodismo, y las escuelas para maestros, con el solo criterio de que ahí se encontrarán con sus «cuates».
Porque ninguno de esos «rechazados» ha de tener un diagnóstico que indique fielmente cuál es su vocación, y mucho menos podrían mencionar sus expectativas de la carrera a la cual aspiran.
En pocas palabras, no sabemos que los jóvenes en la actualidad asistan a las escuelas por que quieran aprender, solo van porque saben que es la única forma en que conseguirán ese papel que los acredita como aprobados en tal nivel educativo.
Lo del huevo de la serpiente es porque el gobierno «está viendo el temblor, y no se hinca». No tiene capacidad para dar estudio ni trabajo a los jóvenes en las escuelas superiores, y a los que han concluido sus estudios, y está abriendo las puertas de las normales; para que haya más maestros sin trabajo.
No estamos diciendo que cierre las escuelas normales para maestros, pero sí que establezca mecanismos de evaluación y acreditación veraces y confiables. Y en vez de ello, está haciendo lo contrario, al recibir a estudiantes normalistas en escuelas que siempre habían sido para maestros en servicio.
La Universidad Pedagógica Nacional, es para que los maestros en servicio, se especialicen en temas y materias que competan al trabajo escolar en el nivel básico; no tiene por qué estar dando cabida a estudiantes normalistas, pues para ello están las normales.
Es el mismo caso del Centro de Actualización del Magisterio ¿No en su nombre lleva su función? ACTUALIZAR A LOS MAESTROS. Obviamente los maestros en servicio y prepararlos para el siguiente nivel, hacerlos maestros para educación secundaria. No tiene por qué estar recibiendo a estudiantes normalistas.
Con estas acciones ¿Cómo espera resolver la demanda de todos estos normalistas cuando egresen y le reclamen una plaza? Y la complicación adicional ¿Qué hará con esos «profesionales insuficientemente preparados que egresarán como «licenciados» con especialidad en telesecundaria, en bilogía y en formación cívica y ética?
Los padres de familia ¿estarán de acuerdo en que sus hijos reciban su educación de «maestros» con enormes lagunas en su formación? ¿»maestros» que no saben distinguir un nivel de otro, que no saben distinguir una tesis de un simple «trabajo de titulación»?

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