lunes, 10 de octubre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

Panorama deprimente el que vivimos, sin duda, en la que de cierto, y luego de varios bocetos de solución, se concluye que es una herencia muy pesada para las generaciones que nos siguen, legado que tendrán que enfrentar para buscar su salida, pues esta generación, la actual, no ha sido capaz de resolverla hasta ahora.
Allá nos quedan cuadros en los que se asientan sino sólo para el análisis, casos patéticos como el entreguismo del cuerpo Legislativo a favor del Ejecutivo, ya que es quien lleva la voz al ser quien reparte los dineros, esto, en un acto por demás conocido por todos.
Los números y las mismas actitudes de nuestros políticos, son ingratos. Por un lado la postura del alcalde de Tlapa de Comonfort, Willy Reyes Ramos, quien tras ser señalado como responsable de la muerte del diputado federal, Moisés Villanueva de la Luz, por el que pagó de acuerdo a datos de la Procuraduría General de Justicia, 300 mil pesos a los asesinos, festejó su cumpleaños sultánicamente.
Los recursos invertidos para hacerle honores a la figura del presidente municipal de la Montaña este sábado pasado, fueron insultantes, que se entienden como que un alcalde de acuerdo a su salario, más lo que pudiera tener de manera legal, no es capaz de sufragar. Luego de esa incongruencia, retó a lo que llaman «Justicia», y que hasta vendrá a Chilpancingo hoy, para presentarse ante la PGJ.
Allá, la Secretaría de Seguridad Pública, en este operativo llamado Guerrero Seguro, espanta al afirmar que no obstante todo el poder armado desplegado, siguen los asesinatos, y que tan sólo en este periodo gubernamental encabezado por Ángel Aguirre Rivero, al corte del mes de agosto, se llevaban contabilizados más de mil muertos.
El operativo, basado en la inútil lucha bala por bala, se sigue alimentando de esa fórmula que sigue sin mostrar sus resultados positivos, y no obstante, se anuncia la llegada a Guerrero, de mil 500 elementos de la Policía Federal más, para participar en lo que han llamado «Rescate a Acapulco».
Esto, en una clara descoordinación, pues el anuncio fue hecho por el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, en un pacto con Aguirre Rivero, pero que el alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños, desconocía de manera tácita, en esta etapa donde la violencia de manera oficial alcanzó ya niveles de alto riesgo.
Que con militares, marinos, policías a montones, los homicidios crecieron al 100 por ciento, y en Acapulco, llegó al 357 porcentual, no obstante, se insiste en la actitud de policías y ladrones, combate de Rambos de la ensoñación, contra seres casi fantasmales, que han puesto de cabeza a la nación.
Aparte, y por si fuera poco, en medio de toda esta zozobra y dificultades, el diputado federal, Cuauhtémoc Salgado Romero, anunció para Guerrero, un recorte en la propuesta presupuestal para el ejercicio fiscal 2012, del orden de los 4 mil millones de pesos.
Una situación de la desolación, si tomamos en cuenta que en este estado, eroga el 85 por ciento del presupuesto, en gastos de representación y salarios a la gruesa burocracia, y en contraparte, ridículos 15 centavos por cada peso, para obras y servicios.
Una práctica que se arrastra desde el reino de Chirulandia, con nuestro siempre recordado Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, y que parece que ese porcentaje que se destina para favorecer socialmente, se recortará aún más en este gobierno del País de las Maravillas.
De acuerdo a los datos del legislador federal calentano, pero que vive en Toluca y se pasea por Guerrero, si con el ex gobernador Chirundo, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, del presupuesto de 40 mil millones de pesos, se destinaban 6 mil millones para obras y servicios, muchas de ellas inútiles e inoperantes; ahora, de quedarse en 36 mil millones como pretende la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, se utilizarán apenas 5 mil 400 millones de pesos.
Y es que el resto, el gran resto, está ya reservado para la gruesa e inútil burocracia, aumentada en este periodo gubernamental, y sobre todo, para lo que llaman gastos de representación, que no son sino los dineros que se utilizan para las giras del gobernador, sus secretarios y demás, para hospedaje, alimentos, gasolina, y hasta para las dádivas a acarreados.
La carga en verdad es un gran lastre, con una sociedad decadente y un sector, el político, que encabeza la descomposición, en un rictus del dolor y con una sociedad cada vez más convencida de un mundo quimérico, donde sólo el voto cuenta, como insiste el IFE y el Instituto electoral, agarrado de mesías de cartón, y luces de la oscuridad.

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