jueves, 10 de noviembre de 2011

COLUMN

José Santos Chocano


Apolinar Castrejón Marino

Yo quiero ser un árbol y darte sombra
de mis ramas en flor hacerte abrigo
y con mis hojas secas una alfombra
para que vengas a soñar conmigo.
Yo quiero ser un cóndor
y aprisionar un rayo entre mi pico
y así soberbio regalarte una ala
para que hagas con ella un abanico.
Yo quiero ser jaguar de tus montañas
y así llevarte a mi oscura madriguera
para poder abrirte las entrañas a ver si tienes corazón siquiera.

El «Romance de las fieras» fue uno de los primeros escritos de José Santos Chocano, y aunque es de una construcción muy simple, ya reflejaba la gran imaginación e inventiva de este genio de las letras hispanoamericanas, por las que fue llamado «El Poeta de América».
Los editores publicaron el «Romance de las fieras» debidamente corregido, agrupado con otros de contenido similar, en el libro «El amor de las selvas». Fue un gran éxito de ventas, y solo un modesto cancionero argentino delata la letra original de esta pequeña serenata.
Pero si bien su poesía denota sentimentalismo y amor, devoción y entrega, la vida de Santos Chocano es, la historia de un aventurero, pendenciero y rebelde. Quizá los sicoanalistas nos podrían decir si esos conceptos de sacrificio supremo, esas visiones épicas y esa altanería contenida en sus obras, sea el más fiel reflejo de alma atormentada.
Confesaba ser un hombre se escasa cultura, que ni siquiera sabía francés, y que no quería saber nada de él, pero que aún así se consideraba «El cantor más grande de América», autóctono y salvaje, libre de influencias extrañas.
Sus memorias se publicaron 5 años después de su muerte, con el título de «Las Mil y una Aventuras», algo muy indicado para una vida colmada de amoríos, retos e intrigas. En Perú fue coronado «Poeta Máximo» según las costumbres de la época, en México fue consejero del mismo «Pancho Villa» e hizo propaganda ideológica a favor de la Revolución Mexicana en los Estados Unidos.
Sus composiciones no solo eran poesía, sino que las sublimaba para que fueran declamadas a voz en cuello. Las vestía con ropajes grandilocuentes y les imprimía una cadencia como si fueran himnos guerreros. Así la gente se impresionaba con su voz y sus ademanes.
Apenas tenía 20 años, cuando fue acusado subversión, pero eso solo aumentó su fama. Siendo muy joven, su país lo destino a misiones diplomáticas en Colombia, Madrid y Las Antillas. Se hizo amigo del dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera, a quien prestaba servicios especiales. Mas cuando el tirano centroamericano fue derrocado y condenado a muerte, también Santos Chocano vio amenazada su vida.
Para su fortuna, logró el indulto y volvió a su país, ahí el también dictador Leguía lo apoyó y protegió, hasta que tuvieron varias «diferencias de criterio» que los distanció definitivamente. Retornó a Lima en 1925, y ahí un periodista de nombre Edwin Elmore empezó a atacar a él y a Leopoldo Lugones, por sus ideas políticas convenencieras. Poco tolerante, santos Chocano le metió 3 balazos, Elmore fue a dar la panteón y Chocano otra vez a la cárcel.
Al salir de la prisión se trasladó a Santiago de Chile. Yahí, se dedicó a la más peregrina de todas las empresas: la búsqueda de tesoros escondidos. Un obrero chileno, que se sentía víctima de sus engaños, le dio muerte a puñaladas cuasndo iban en un tranvía el 13 de noviembre de 1934.
José Santos Chocano Gastañodi nació el 14 de mayo de 1875 en Lima, Perú. Estudió en el Instituto de Lima y en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos. Su obra poética es muy amplia: En la aldea (1895). Iras santas (1895). Azahares (1896). Y Selva virgen (1898).
La epopeya del Morro (1899). El fin de Satán y otros poemas (1901). Los cantos del Pacífico (1904). Alma América, (1906). Fiat Lux(1908). Puerto Rico lírico y otros poemas (1914). Primicias de Oro de Indias (1934). Poemas de amor doliente (1937). Oro de Indias (1941).

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