martes, 6 de diciembre de 2011

De quizás y pesares tricolores. Es posible que el error del presunto presidente de la República, Enrique Peña Nieto, como muchos ya lo manejan, al confundir a Carlos Fuentes por Enrique Krauze en la autoría del libro Silla del Águila, en realidad no sea grave, quizá se haya exagerado un poco, quizá aquello y lo otro, y como dijera el legendario vocero de Vicente Fox, «lo que el presidente quiso decir…», pero la verdad de las cosas es que este insigne personaje del copete, ha bajado sus bonos. Y es que cuando la raza es fiera, no la detiene nadie, por lo que no fueron sus detractores, sino las terribles redes sociales quienes se están encargando de devorar al prócer y brillante tricolor, ese mismo que columnistas
 definidos por otro prócer, Zeferino Torreblanca Galindo como plumas prontas, han llenado de halagos y se acaban con el ex gobernador del estado de México. El escándalo que podría ser mínimo, se ha tornado en mayúsculo, sin duda, el twitter y el Facebook, son los espacios que devoran al brillante priista del grupo Atlacomulco, por lo que han llamado y escarnecidamente llamado «galopante ignorancia». Vayamos por partes, en una entrevista televisiva reciente, se adornó el buen Peña Nieto por su prestancia de gran hacedor, pero lo que rompió con todo el encanto, fue cuando confundió al premio Nobel de literatura no premiado, o mejor dicho, premio que se le ha negado a pesar de sus merecimientos, Carlos Fuentes, con el padre televiso de la ficción verdadera, Enrique Krauze… es decir, se enredó en los datos que le pudieron proporcionar sus neuronas. Ante el cuadro balbuceante del presidenciable, el cuadro maravilloso del hombre del copete, se deshizo, y se atrajo la figura patética de Vicente Fox Quesada y Elba Esther Gordillo, heroicos políticos que han abierto un libro sólo por su apariencia, y confundido a Borges por un tal Borgues, en uno de los tantos ejemplos de la risa. Entre el jugo de las redes sociales, el escándalo se ha ido más allá, y han puesto a Peña Nieto como un claro analfabeta funcional, donde inclusive le han estampado que a Mario Benedetti lo cree un maestro pizzero. En esos tonos se ha pintado el retrato del presidenciable y presunto, mejor digamos, seguro candidato del tricolor. Pero claro que saber en este país no importa, más valen las telenovelas y los reallity shows, allí el ejemplo de La Gaviota, presunta primera dama del país, algo así como la Big Mama 2012, a quien por cierto le tienen prohibido hablar en público porque también la riega, y sólo se pasea con una amplia sonrisa y saludando a todos y cada uno de los plebeyos, a los que les hará el favor de gobernar. Si nos vamos en esa línea, habría que preguntarle a Peña Nieto, sobre telenovelas y vacuidades, información ligera que es la que parece caber en la cabeza con copete. Hagamos un juego, ¿para qué le gusta Leonardo Da Jandra, el heredero del cuento rural?, bueno tal vez si fuera Peña Nieto, tal vez diría que es el heroino de una telenovela en donde otra vez, no participará su esposa, pues ya se ha retirado de la farándula. Amado Nervo no es sólo una calle de un pueblucho lleno de prole, como definiría la hija de Peña Nieto, una niña de 16 años que huele a pueblo y hace fuchi, y que trató de defender de manera desafortunada a su padre, agrediendo como burgués a los tuiteros y feisbuqueros. O vaya, Xavier Villaurrutia y Juan Rulfo, no son los truhanes que escondieron a la pequeña Paullete, y tampoco son los hackers que han afectado y acabado a Humberto Moreira. Y hay que aclararle a Enrique Peña, que Isabel Allende, no es otra de sus admiradoras, y mucho menos, comadre de Beatriz Paredes Rangel, que Jaime Sabines no es gobernador de Chiapas, y nunca ha sido político, y tampoco, pero en verdad, tampoco, es el ex gober precioso y pro supuesto, nada que ver con el Chirundo. Por Dios, que sus asesores despierten , pues los bonos del galán del copete han descendido, y que en estos momentos, ni toda la fuerza del grupo Atlacomulco, no lo levanta ni con puntales de Salinas de Gortari. Otra vez, Enrique Krauze, tampoco debe confundirse con Isaac Asimov o Boris Pilniak, Paco Ignacio Taibo no metió en un brete de ligas a Berarano… que alguien le dé tarjetas antes de entrevistas. Enrique Peña Nieto anda perdido en sus propias confusiones en este país foxiano de grandes lectores, una república bananera que se engulle a sí misma, y que se atolondra en sus propios humores.

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