jueves, 15 de diciembre de 2011

SEGUNDA PRINCIPAL

Modernidad destruye casas
históricas, aquí: De la Cruz
Tino Gatica/Colaboración Especial.—En el centro de la ciudad existe una casa que perteneció en donde vivió la familia de la primer alcaldesa en la historia de México, se llamó ella Aurora Meza Andraca y es una lástima que esa construcción pueda ser destruida ante la modernidad, señala Teodomiro Ortega de la Cruz, el único mozo que los conoció. «Y sí, me gustaría que me dieran esa casa, para que yo la cuide, y si es que se puede convertir en sitio cultural o museo, yo puedo ser el encargado de que no se le maltrate», acota el también reportero de La Crónica,
 Vespertino de Chilpancingo. Durante varios días, el entrevistado se había referido a que conocía a esa familia compuesta por Elena, Manuel y Aurora, de apellidos Meza Andraca, que vivieron en esa casa de estilo colonial. «Era una familia de señoritas y señorito», dice de De la Cruz Ortega, quien menciona que «nunca se supo que ellos fueron casados, pues hasta su muerte quien se quedó con esa casa, bien bonita fue un hijastro que había corrido a la única sirvienta que vivió con esa familia de los Meza Andraca». Según el entrevistado, esa casa está en el mero centro de la ciudad, sobre el andador «Emiliano Zapata, que antes era una calle, no como ahora que a todo le cambian de nombre» dice. Esa casona es de las pocas que se están escapando de las garras de la modernidad, pues todo está sufriendo daños, primero por calles, luego por casas y hasta por edificios. Con sus aproximados 50 años, el reportero de esta casa editorial, tiene su propia historia y menciona que desde los diez años de edad abandonó su hogar, pues vivió en una humilde casita del poblado de Huiziltepec, municipio de Zumpango. Cuenta que con su padre (fallecido apenas) y su madre (quien está bien de salud), mantuvo una relación como la de otras familias, dedicándose a la siembra, «aunque sea una tortillita con sal teníamos para comer», acota. Abunda con detalles que a esa edad abandonó su casa familiar, pues sabía de otro de sus hermanos que estaba viviendo en la ciudad capital, estudiando para sacerdote, «a mí no me gustó esa profesión», menciona. Que en su salida se fue a la ciudad y municipio de Chilapa, en donde estuvo como inquilino de una mujer huraña, explotadora, que nunca lo trató, en donde aguantó solamente medio año. En ese lapso de tiempo las vivencias que tuvo son dignas de un testimonio de explotación y abuso de menores, pues a los catorce años estaba recibiendo habitación, poca comida, controlada y bajo un estricto racionamiento «de la señorita Rita» (sin acordarse del nombre). Dice Teodomiro Ortega de la Cruz que aguantó de toda clase de humillaciones «pues la señorita me sacaba cuando iba ella a vender algunas cosas; cerraba la puerta de la casa con candado, abriéndola hasta que llegaba». Le aguanté más cosas, dice, pero lo que me hartó es que insinuó que era un ladrón, «porque yo ganaba en pesos, me los daba al mes y te digo que con uno de ellos me podía comprar mucho. Mi hermano, (el cura) me dio varios pesos, que los junté con muchas monedas que me iba ganando con la señorita Rita; pero como yo no pensaba mal, los juntaba en mi cama. Una vez que ella los vió, pensó que se los había robado, y para no sentirme como ladrón es que mejor la abandoné». Posteriormente, dice, llegó de Chilapa a Chilpancingo, en donde conoció a una mujer que lo había recibido en ese viaje; le dio de trabajar solamente por un día, pues «en horas me pidieron los Meza Andraca que los fuera ayudar con su casa». En ese contexto, de De la Cruz Ortega señala que ella lo contactó con esa vecina; se fue a vivir con Aurora (primer alcaldesa del municipio de Chilpancingo); en donde conoció a Elena, la mayor y a Manuel, el hermano intermedio. Según relata, aunque Manuel y Aurora tuvieron cargos importantes (ella como alcaldesa y él como diplomático) nunca perdieron sus modos sencillos de ser; atendían con elegancia a las personas y siempre mantuvieron su recato. Agrega, finalmente el reportero gráfico de La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, que conoció a esa familia de los Meza Andraca, que cuando pasa por esa casona, recuerda mucho lo que vivió ahí, «por eso es que me he enterado que a lo mejor la convierten en un museo o centro cultural, pero quisiera que me la regalaran, se lo pido a las autoridades, yo la puedo cuidar, porque me molesta cómo se va perdiendo nuestra historia ante tantos cambios, hasta en las casas se observa». Cabe mencionar que Aurora Meza Andraca, se encuentra en las páginas de la historia nacional como la primera mujer alcaldesa de Chilpancingo, esto en el año de 1938, siendo tomada su participación como parte del reconocimiento social, que se ganó a pulso y esa casa se puede convertir en un patrimonio cultural pues ahí vivieron tres personas que dejaron un legado para las nuevas generaciones y no deben perderse.

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