miércoles, 18 de enero de 2012

COLUMNA

     No claro, en este mundo ni Dios está a salvo. Ya se ha dado cuenta que por la situación agria que vivimos, en un estado segundo lugar en asesinados por la delincuencia organizada según reporte de la PGR, con políticos que hacen que la virgen les habla, pero que podrían descubrir los agujeros para las regaderas si ganan como promesa de entrada, no podemos cambiar la faz. Esa faz. Tal vez para escucharse alarmante deba decirse: para desgracia nuestra, pero en realidad ni eso cabe, como tampoco cabe decir que para vergüenza de los
 políticos, porque ese es un sentimiento abstracto o peor que eso: irreconciliablemente desconocido. Pues bueno, de acuerdo al reporte, el obispo de la Diócesis de Ciudad Altamirano, Maximino Martínez Miranda, fue víctima de la delincuencia en Teloloapan. En un tono que podría no asombrar a nadie, pues en este mundo hasta el mayor disparate puede ser posible. Martínez Miranda, en un intento por acudir a Acapulco a una reunión de sacerdotes en Acapulco, le quitaron la camioneta presuntos sicarios. Lo curioso del caso, es que en lo reciente y con la venida del nuncio apostólico, Christophe Pierre, se hablaba de buscar la paz. Fue un tema recurrente enarbolado a partir del amor y el bienestar, en el que coincidieron: el arzobispo, Carlos Garfias Merlos, el de Tlapa, Oscar Domínguez Coutellec, el de Chilpancingo-Chilapa, Alejo Zavala Castro, y el obispo altamiranense, todos contactados y enlazados a la radio, para encuadrar el mensaje de paz. Sí, en Guerrero hay tranquilidad y paz, en Guerrero ya la delincuencia ha descendido como lo dice el gobernador, Ángel Aguirre Rivero, pero es una paz bizarra, no se puede entender de otra manera. Y es que es como la felicidad y el gusto como conceptos relativos. No a todos les gusta lo que a otros, y lo que a unos hace feliz, no es lo mismo para los otros. Si nos descubriéramos en el cuadro de Dante Alighieri, con toda seguridad haberle acertado las balas en la cabeza a los dos estudiantes de la Normal rural de Ayotzinapa, ser tan preciso y haber utilizado sólo dos balas para matar, es algo que para el o los que lo hicieron, una completa satisfacción y le representa una profunda felicidad. No pasa lo mismo con los pares de los muchachos y mucho menos con sus familiares. A esa tranquilidad debe referirse el gobierno, a una bizarra, llena de claroscuros y de grandes, pero en verdad grandes contradicciones y sentimientos encontrados en sus mismos gobernados. Ya se ha vuelto a cantar con voz de sirena, en lo que hace a eso que ha llamado ciudadanizar al gobierno, con la conformación de la nueva constitución. El tiempo se le vino encima al gobierno, y ahora, con la bronca del caso Ayotzinapa y todas sus aristas, hay que acercarse al pueblo, pues las elecciones se vienen encima y se debe recuperar algo de lo perdido. Sin embargo, en este juego, nada se puede adivinar a favor del pueblo. Nada. Pues de cierto, y como se afirmó ayer en el foro ciudadano, los partidos políticos tienen secuestrada a la gente, y esto es general: todos, PRI, PRD, PAN y demás rémoras y oportunistas, ya que para ganar espacios, no importan las formas, y hasta se pudiera inventar la alarma y el miedo, se pudiera bendecir con aguarrás, comprar el voto o inventar influenzas gordillistas. Así se ocasiona un caos y emerge un partido salvador, del color que sea, se dice que esto está de la china Hilaria, y que antes todo era mejor y podría ser igual, como para aspirar los recuerdos y vivir de la nostalgia, como para decir que la era jurásica es posible otra vez, renovar el mundo, reconstruir sus ruinas, y hacer ahora, de facto, una preciosa torre de Babel. De allí entonces, que se diga que ni Dios está a salvo, no exactamente por los curas y obispos, que tienen su lugar aparte, pues en este estado y este país, inclusive Dios ni trabajo tiene, es casi un paria, porque en una actitud conjunta, de existir el cuadro, todos lo han echado. El octavo día no acaba, después de arduos siete, donde se creó todo, o casi todo. Por ello, y como asentara el poeta Jaime Sabines, amoroso mucho antes de Andrés Manuel López Obrador: Que Dios bendiga a Dios, y que a todos, nos agarre confesados.

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