miércoles, 4 de enero de 2012

COLUMNA

El Alacrán


Despacito, despacito, para que la sienta sabrosa…la Lectura
¡LA PUTA DE BABILONIA!

La siguiente en la lista de los Inocencios, el cuarto, quienes en el clímax de su delirio se designaba así mismo presentía corporali Chistri ( A que pedo me esta costando el Latín y quiere decir («Presencia del cuerpo de Cristo») fue el que azuzo a la inquisición con su bula (del Diccionario * Documento Pontificio relativo a materia de fe, o de interés general concesión de privilegio , asuntos judiciales o administrativos expedidos por la cancillería apostólica *Contar con facilidades negadas a los demás para obtener cosas difíciles o imposibles) Ad extirpanda a usar, la tortura para sacarles a sus víctimas la confesión de herejía.
Y Otro Inocencio, el octavo no bien fue elegido papa en un conclave presidido por el soborno y la intriga (Igualito a las mañanas del PRI) promulgo la bula Summis desiderantes affectibus que desato la mas feroz persecución contra las brujas; a su hijo Franceschetro lo caso con una Médicis (del Diccionario persona dedicada al comercio y finanzas) y para refrendar el trato, nombro Cardenal a su hijo Lorenzo el Magnifico, Giovanni que entonces tenia 13 años. A los treinta y siete años este Médicis abría de acender al Papado, que se parrandeó de banquete en banquete en una sola fiesta. Se puso León décimo aunque del Feroz animal solo tenia el nombre; gordo miope de ojos saltones, cabalgaba de lado como una mujer a causa de una ulcera en el trasero (por no decir en el culo) adquirida tal vez en sus devaneos sexuales, y que le amargaba no mucho la fiesta. Los burdeles de la Ciudad eterna que contaban entonces con sus cincuenta mil habitantes con siete mil prostitutas registras Le pagaban diezmos. Vendió en subasta dos mil ciento cincuenta puestos eclesiásticos (Igualito a los de la SEG) entre los cuales varios Cardenalatos a treinta mil ducados el Capelo ($$$$$$$$), si bien a su primo bastardo Giulio de Médicis le dio el Capelo gratis y el suyo propio durante la ceremonia de su Coronación, tras quitárselo el mismo para chantarse la tiara Pontificia. El tribunal de la Historia, que juzga pero no castiga, registro sus primera palabras como papa, dirigidas en ese instante a su primo, alborozado: Ahora si que voy a gozar. La noventa y cinco iracundas tesis de Lutero no le hicieron mella. Era un espíritu feliz, en las antiporas (adj cualquier habitante del globo terrestre con respecto a otro que more en lugar diametralmente opuesto) del agripado Pablo IV de nuestros días, y solo mato a un cardenal y al pérfido Alfonso Petrucci de Siena quien en un complot con otros purpurados los querían envenenar contra natura haciendo de una salida entrada: le había dado al medico Tosscano Battista de Vercelli la consigan de aplicarle a su Santidad, con el pretexto de tratarle la ulcera, un tosigo maquiavélico, Florentino, por el antifonario. No se les hizo. El papa descubrió la conjuración, ejecuto a Petrucci puso a podrirse en la cárcel a los cuatro cardenales y vivió varios años mas feliz, con la conciencia tranquila y disfrutando de lo que Juan Pablo II llamaba hace poco, en pleno epicentro del sida en África Central»El banquete de la vida» hasta que lo llamo doña muerte a su banquete de gusanos; Como a tantos otros papas que lo precedieron o lo siguieron.
No se pierda la continuación ¡La Puta de Babilonia mañana!
Los Quiere Cecilio.

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