martes, 10 de enero de 2012

COLUMNA

La Jaula de Dios


Como todas las cosas que se hacen en México
Y es tan obligatorio pagar impuestos, que delincuente es quien no los paga, pero no es quien se los roba, como la experiencia nos ha dejado en claro. Por lo que vemos nuevos ricos a cada rato, alcaldes y funcionarios de primer orden que se vuelven potentados, con casas nuevas y demás bienes, en un mundo babélico que el más mudo, grita.
Pues en el punto de la obligatoriedad, de acuerdo a la Cámara de diputados federal, o mejor dicho, la comisión de Gobernación de la cámara baja del Congreso de la Unión, quien analiza la posibilidad de obligar al mexicano a emitir su voto al ser reformado el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales.
Si esto se presenta en el próximo periodo ya ordinario o extraordinario, explica el analista Jaime Arizmendi, se podría aplicar en las elecciones del uno de julio de este año, es decir, todos estaremos voluntariamente a la de a Wilson, como dice la guachada, obligados a ir a las urnas a votar por la gente que el pueblo no puso, y eso se hará, argumentan, para evitar el alto nivel de abstencionismo.
Esta cosa no puede sino ser otra de las tantas calenturas mentales, que en esta ocasión promueve el diputado priista, David Ricardo Sánchez Guevara, quien ha expuesto que el voto voluntario, debilita el sistema de representación política, porque deshabilita a la ciudadanía para no sentir responsabilidad, genera elevado ausentismo que cuestiona la legitimidad de los elegidos, y es motivo de inestabilidad.
Esto tiene un alto costo y que se extraen de los dineros públicos. Suena bien en teoría, diríamos que excelente ver y obligar a la gente a sentir responsabilidad y hacer algo por él mismo, pero hay un dato que brinca de todo esto, y se dice de cierto, hasta ahora, en los procesos de selección de candidatos y precandidatos, no se ha visto que los políticos realmente consulten al pueblo para ponerlos.
De repente se calientan allá y un grupo de amigos lo apoyan, y se destapan, al rato son de la gracia del señor, y se van por la libre, pues de acuerdo a sus propios análisis internos, responden a sus intereses, y empatan en sus ánimos. Entonces, con este movimiento visto de manera primigenia, estarían obligando a votar al ciudadano por alguien que quizá ni conoce.
Pues además, el abanico de opciones es muy reducido, y quizá el líder popular, ese que en verdad arrastra masas de manera local, sigue sirviendo sólo para acarrear gente. pero hay otro asunto en esto, precisamente por este absceso, este grano purulento en donde no es la gente quien designa a los candidatos: el pueblo puede anular su voto de manera alarmante. Quizá no se ha pensado eso.
Anular el voto en respuesta a una imposición, también no legitimaría al que fuera elegido, de tal suerte que el nuevo presidente de la República, los flamantes 500 diputados federales, los 128 senadores, cuatro mandatarios estatales incluido el jefe de gobierno del DF, los 500 alcaldes que se van a estrenar, y los renovados 12 de los 32 Congresos locales, podrían ser escupidos por la ilegitimidad.
Hay que acordarnos que han surgido movimientos para el llamado voto blanco. Pero a la vez, con el voto obligado, se soltarían otras situaciones, que vendrían a resolver algunos vicios, pero al mismo tiempo a enredarlos. Veamos: ya no se vería la compra de votos, pero serian más fáciles las mapacherías.
La gente pobre ya no tendría en esta ocasión una lanita extra para comprarse algo, y se podría ahorrar por parte del estado y toda la faramallera institucionalidad, que habla de cuidar las campañas adelantadas, el dispendio, pues ya no habría razón de ser, este cuadro parece bueno, pero la emoción del pueblo se estanca en ese dato crudo y hasta cruel.
Los aspirantes y los mismos candidatos, no siempre son los que el pueblo quiere, allí el ejemplo de Manuel Añove Baños, quien mientras fue impuesto como candidato del PRI encima de Ángel Aguirre Rivero, porque según las encuestas lo ponían arriba, en la elección constitucional resulta que estaban equivocados, pues el actual gobernador lo apabulló en votos. Allí el ejemplo no puede ser más claro.
Allí la calentura y a ver quién la suda. De darse en esta ocasión y para aplicarse en las elecciones de este año, habría otro descalabro, creemos sinceramente que en donde deberían trabajar los políticos, es en recuperar la confianza del pueblo, hacerse verdaderos servidores públicos, y de allí, dar los siguientes pasos.
Se van a equivocar otra vez, y esto se dice sin ser fatalistas, pues los ejemplos se han dado, allí está el caso de de la educación básica como obligación, que ha empobrecido más al pueblo, pues piden tanto dinero los profesores a los padres de familia, que las escuelas públicas, en verdad, parecen en un momento determinado, particulares.
Se insiste que lo básico es que los políticos, en vez de estar pensando tonterías y conducirse con ocurrencias, deben de recuperar la confianza del pueblo, y eso se logra trabajando, sólo trabajando.
, ya acostumbrados a ese ritmo y a esas actitudes de nuestros políticos, ahora se espera que el voto que hasta ahora había sido voluntario, se vuelva obligatorio, así en esa misma línea como se volvió obligatoria la educación básica, ahora ya el bachillerato, y bueno allá en donde se sangra al pueblo, también los impuestos.

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