lunes, 16 de enero de 2012

COLUMNA

La Jaula de Dios


Jesùs Pintor Alegre


Hay una frase muy cierta en esto de las aptitudes, dicen que querer es poder, pero que de igual manera, el que no habla, Dios no lo oye, y es por eso que en estos tiempos preelectorales, pese a haber pocos patos, hay muchos tiradores, ello, sin importar que el tirador, tenga en realidad pocos argumentos para decidirse a tirar.
Esto estrictamente significa en el escenario de las elecciones que se avecinan, que muchos que quieren un cargo porque de repente descubrieron que era muy remunerativo y descansado vivir del erario público, quieren, buscan y algunos lo van a lograr a costa de lo que sea, no obstante signifique vender su alma al diablo.
Cubrir un cargo sin tener perfil, no tiene la menor importancia en estos tiempos, aunque con ello implícitamente, se aseguren las ocurrencias y se den palos de ciego. Así en la repartición de las comisiones en los casos de los ediles, por poner un ejemplo, colocan a un vendedor de refacciones en la de Seguridad Pública.
O un hombre activando a la mujer en eso de la participación femenina, o un comerciante que de repente se descubrió sembrador de arbolitos, o más allá, un músico en la comisión de educación, o disparates parecidos. Sin embargo, también es cierto que cubrir el perfil, no siempre es garantía de que habrá resultados.
El punto primigenio es que de arranque, se ve a un tesorero municipal, que mareado por el cargo, se contrata guaruras, bajo el pretexto de ser una dependencia vulnerable y atractiva para los robos, o una regidora que de repente descubre que el ayuntamiento es escenario ideal para pasear su belleza.
Allá, profesores que ataviados de una fama no ganada como formadores de la sociedad, y cargados de libros que nunca han abierto, se dedican a promover la educación y sobre todo la lectura para evitar los peñanietazos, cuando ellos mismos no saben de lo que están hablando.
Cubrir perfiles es bueno, quizá lo menos malo, pues de cierto en obras públicas, tanto en la regiduría o la dirección, debería de estar un ingeniero civil, o tal vez un arquitecto; tal vez y sólo tal vez, en educación, un profesor; en participación de la mujer, un hombre o una mujer visionarios, con espíritu de líder, pero con conocimientos profesionales sobre el tema.
Pero la realidad nos habla de un escenario aparte, se dan los espacios por meros compromisos políticos, llega no un profesional o un experto, bajo la argucia de llenarse de asesores que le ayuden a resolver lo que no ha podido ni podrá resolver por sí solo, el aspirante a un cargo.
Casos los vemos con presidentes municipales, que de repente descubren que por el sólo hecho de ser la primera autoridad de un municipio, por encargo del pueblo al emitir su voto, ya saben todo, y opinan de todo, proponen y tienen la solución de todo. Nada hay que no conozcan y más allá, cada que la gente tenga problemas, el presidente municipal podría asesorarlos para alcanzar el éxito.
Así de ridículos y de hilarantes resultan nuestros funcionarios. Allí los casos de funcionarios y ex funcionarios del talante de Ramón Almonte Borja, removido de su cargo por el escándalo causado por el caso Ayotzinapa, es decir, movido no por sus errores, sino por la batahola de algo que no acaba de aterrizar.
Allá las ocurrencias de proponer que la ciudadanía se armara para defenderse, como lo que muchos analistas de rebote, dieron cuenta de que el gobierno del estado reconocía su inutilidad en su lucha contra el crimen, aunque a lo breve, el secretario general, Humberto Salgado Gómez, salió al quite para decir que esa declaración no era del gobierno estatal, sino que había sido a título personal.
Uno más pero inclusive más risible, fue cuando la secretaria de la Mujer, Rosario Herrera Asencio, habló sobre que el incremento de muertes de mujeres, y que muchas de ellas, habían sido ocasionadas por el crimen organizado. Al rato y luego de salir a ocho columnas en un diario estatal, ella misma desmintió su declaración.
Una mujer, Rosario Herrera, que había sido la encargada de medios e imagen del PRD en la era de Misael Medrano Baza, y en breve, por cuota de género, le dieron la secretaría, que se ha distinguido por cursos y pláticas de cualquier cosa, con café y galletas, por supuesto.
Más acá, vemos a alcaldes que suponen que deben hacer mucha obra física y se erigen como directores de obras, como para recordarlos en esa tesitura, o hay quienes cuentan como una obra o servicio, la entrega de una cubeta de pintura, o hasta recitar su discurso ante un público que no entiende sus enredos verbales.
¿Alguien se acuerda de quien decía que las familias podían vivir deshaogadamente con 6 mil pesos al mes?, esto es, tener una casa, un auto, pagar la educación de los niños, y hacer todo lo humanamente posible por estar al nivel de una familia feliz y contenta, pues ese personaje padre de la aseveración, quiere la presidencia de la República por el PAN.
O qué tal aquella vez en el escándalo de Oaxaca por acciones de la APPO, y le preguntaran al presidente de la República, Vicente Fox, qué podría hacer, y él, con toda desfachatez eructar algo así como «¿y yo por qué?». La simulación y las ocurrencias son muy peligrosas, y han perjudicado tanto al país, que deberían sancionarse.
Tener a funcionarios sin idea, y ni siquiera poder planear sus acciones, es un acto casi delictivo, y que atenta contra la población, esa misma que le ha entregado su confianza, y le ha entregado en sus manos, su destino. Un acto que podría sonar a harakiri en otros tonos.

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