martes, 22 de mayo de 2012

COLUMNA

Las tribulaciones de Peña

Apolinar Castrejón Marino

 «Entre los más fanáticos igualitarios, la menor discusión restablece las desigualdades humanas». Nicolás Gómez Dávila, es un convencido de que la igualdad es un fantasía y por ello, en su libro «Escollos de un Texto Explícito», nos revela cuan frágiles son las teorías que se basan en la humanidad tolerante, comprensiva y solidaria.

Ahí tiene usted, como muchos analistas y otros analitontos, creían que los jóvenes no estaban interesados en la política, y los líderes de los partidos tenían por seguro que solo sirven de «acarreados» para sus mítines.
Para muchos adultos, ser joven es ser inmaduro e ignorante, por consiguiente, fácil de manipular.
De repente, la aparente pasividad de los jóvenes se ha tornado en rebeliones y protestas en contra del proceso electoral de este año 2012, y en especial, en contra del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), enrique Peña, que fue quien alborotó el avispero el «viernes negro» 11 de mayo, en la universidad Iberoamericana en la Ciudad de México.
Desde hace 6 años, cuando era gobernador del Estado de México, enrique Peña se dedicó a promover su imagen en los medios televisivos e impresos, con miras a conseguir la candidatura de su partido a la Presidencia de la República. Invirtió bastantes millones de pesos para crearse una aureola de político joven e inteligente, muy capaz de resolver cuantos problemas se le presentaran.
No paró en gastos, y puso especial atención en golpes espectaculares como el de su casamiento, con tal de rodear su figura de un halo de romanticismo.
Se convirtió en figura emblemática del PRI para impulsar campañas políticas de otros aspirantes a lo largo y ancho del territorio nacional. Pero cayó en la maldición que persigue a los mentirosos: terminó per creerse sus mentiras.
Al parecer, nadie de su séquito le advirtió que el engaño tiene límites, y confiado como estaba de su dominio de los medios de difusión, incluidos ahora los electrónicos, se imaginó que de verdad todos lo adoraban por su carisma, por su buen porte y por su pulcritud en el vestir. Pero se fue a meter a la Universidad. Hay muchas versiones que dan cuenta de es lo que pasó ese día… ninguna confiable.
Pero una imagen rebela la verdad, la de una cámara de video que hacía un «paneo» por el auditorio, luego buscó la figura de Enrique, hasta que la localizó entre la gente que estaba parada en el estrado, frente a él.
Con habilidad, el camarógrafo aplicó el «zoom» a la cámara, y consiguió un gran acercamiento del rostro de Enrique, quien no podía ocultar su asombro ante las manifestaciones de repudio que había desatado.
Luego vino el desorden generalizado, y la huida del «Dandi» de Atlacomulco. Y esto resulta ahora un parte aguas: Antes de ir a la Universidad, y después de ir a la Universidad.
Los comentaristas de noticias y los «analistas» que venden su opinión al mejor postor, decían que «…solo fueron unos pocos universitarios». Otros decían que esos estudiantes no representan a toda la sociedad. Y hasta llegaron a decir que la universidad no representa a todo el país.
 Y así es, nadie ha dicho que lo acontecido en la universidad equivalga al sentir de toda una nación.
Lo que se destaca es que ahí aconteció un incidente significativo, la gota que derramó el vaso de la inconformidad de los jóvenes, que por ahora rebelan el sentir de la gente que está cansada de que le mientan, de que la humillen haciéndolos creer que tienen libertad para elegir a los gobernantes.
Porque de ahí en adelante, Peña y su equipo, los líderes de su partido y las estructuras del poder, tendrán que soportar la confrontación con la gente.
Dirán que son «acarreados», que son manipulados, y hasta dirán que son «enemigos de México». Pero la gente sabe que son como los que se asustan del ahorcado, cuando fueron ellos quienes pusieron la horca.

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