miércoles, 16 de mayo de 2012

COLUMNA

La Palabra de Antígona

Sara Lovera

NO AL OPORTUNISMO EN EL DISTRITO FEDERAL

La capital de la República Mexicana donde vive el 20 por ciento de la población y una de las ciudades más grandes del mundo, mantendrá, según todas las encuestas, un gobierno social demócrata de izquierda en los próximos años.
 La elección será el 1 de julio próximo. En la capital del país se han dado los escenarios fundamentales para el arranque de lo que conocimos como la transición democrática.

En 1985 cuando el gobierno priista no puedo responder a la desgracia y sorpresa que significó el terremoto del 19 de septiembre, arrancó un proceso irreversible. Un proceso de reconocimiento al valor de la participación ciudadana y al valor de las demandas de la mitad de la población.
En el Distrito Federal se creó y desarrolló el movimiento feminista mexicano; aquí se escenificaron las protestas multitudinarias, las marchas por la despenalización del aborto; fue en el Distrito Federal donde las feministas tomaron las plazas, se hicieron escuchar y crecieron.
Del mismo modo creció y se desarrolló el movimiento gay. San Francisco es para los Estados Unidos, lo que sería el Distrito Federal en materia de libertades sexuales; Nueva York fue el escenario de la protesta feminista; Chicago tiene la enorme tradición y la continuidad, hasta nuestros días, de la protesta obrera. Washington es la capital, pero no el corazón ardiente de esa sociedad.
En todo México no existe lugar semejante a la capital del país. No existe en el país una Universidad como la edificada en la capital; hay centros tecnológicos como en Monterrey, el dinero está distribuido en el Norte, con mucho más fuerza que en el sur; también en el país está distribuida la pobreza y la capacidad creativa.
Pero no podemos hablar de un sitio donde se haya dado la batalla por las libertadas con tal fuerza y continuidad como en el Distrito Federal, ni uno donde las grandes movilizaciones de mujeres haya tenido consecuencias, ni otro de una características apasionadas por hacer retumbar sus demandas, un lugar progresista y contestatario.
Por eso el Distrito Federal es la región más apetecible y de continuidad para nuestras libertades.
Lo paradójico es que hay tres mujeres luchando por la jefatura de gobierno, las tres son mujeres del pasado o conservadoras y el candidato socialdemócrata es un hombre sin partido político y sin ideología clara.
Yo pensaría que debemos cuidar el futuro inmediato. La paradoja es que es un hombre frente a tres mujeres, seguramente va a ganar sin gran esfuerzo.
Entre otras cosas porque hace 14 años apenas que en esta ciudad se pueden elegir autoridades; y hace 14 años que esta ciudad decidió dar el voto al polo más claramente progresista y porque en esta ciudad quienes han gobernado han sido sensibles a esta postura de las y los capitalinos.
A esa postura progresista. Beatriz Paredes, amiga, socia, militante del feminismo, en los últimos 10 años perdió todo su perfil progresista, pero además, se le acentuó una postura anticomunista.
 Ha desestimado sistemáticamente al movimiento feminista.
Pero estas cosas no las conoce bien a bien la ciudadanía.
Para la ciudadanía Paredes es el pasado y representa al priismo tradicional. Tiene 19 puntos debajo de la intención del voto.
 Isabel Miranda de Wallace, postulada por el conservador Partido Acción Nacional, es una señora con valor civil. Ha buscado justicia para que los asesinos de su hijo sean castigados y, contradictoriamente, acepta ir como candidata por el partido gobernante, el responsable de lo que sucedió a su hijo.
Lo cierto es que el PAN no tiene ninguna oportunidad de ganar en el Distrito Federal.
Seguramente tendrá el tercer lugar. Y Rosario Guerra, una expriista que decidió sumarse al partido que le pertenece a la maestra Elba Esther Gordillo, parece sin posibilidades, su Partido Nueva Alianza podrá llegar cuando mucho al cuatro por ciento de la votación nacional.
La desgracia de Rosario Guerra es que es una mujer valiosa pero se equivocó. Es claro entonces que en el Distrito Federal tendremos un nuevo jefe de gobierno, en masculino.
 Él se ha comprometido a continuar las políticas que ejecutaron bien Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles y Marcelo Ebrard Casaubon, a favor de las mujeres, sus libertades sexuales y reproductivas, los derechos ciudadanos y la lucha contra la violencia hacia ellas, nosotras.
Mancera tiene el compromiso de creerse lo que dice, de estudiarlo, de darse cuenta con quién y para quién va a gobernar. La estela de avances del actual jefe de gobierno en materia de libertades y de derechos, será difícil de superar y se pueden perder.
 Mancera tiene la responsabilidad de darse cuenta con quién va a comprometerse. Me da temor con quién hace compromisos. Mancera tiene que cuidarse.
Conozco al menos cuatro grupos de mujeres que quieren dirigir la política femenina del nuevo gobierno.
Hay de todo, desde quienes miran la realidad de las mujeres desde la atalaya del conocimiento universitario, pero, como se dice, no se han mojado los pies, hasta las bien intencionadas que no tienen idea de qué se trata esto de gobernar.
Otras quieren continuar la tarea del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal, que no hizo fracasar la política feminista de Marcelo Ebrard por un milagro.
El instituto está por desmoronarse y las mujeres adquirimos derechos porque arriba lo cree el jefe de gobierno.
Pero si Mancera no las tiene todas con él, podría perderse lo ganado, porque no se institucionalizó lo suficiente esta política, debido a la incapacidad del Instituto.
Hay otras que son oportunistas, que desde sus organizaciones no gubernamentales no tienen experiencia de trabajo con todas las mujeres y menos con ejecutar políticas amplias y eficaces.
Algunas más sólo tienen ganas y tratan de intervenir desde sus prestigios personales, académicos o sociales.
En el Distrito Federal lo que se necesita es una política sistemática, profundamente comprometida con las mujeres para ir creando un polo de verdadero desarrollo progresista al futuro, para un día tomar el gobierno del país y conseguir que las propuestas demagógicas y muy generales transformen nuestra realidad.
Menudo compromiso el del señor Miguel Mancera, un caso raro, un procurador de justicia que en el país de la impunidad podrá ser jefe de gobierno de la ciudad más progresista de México.
 Vigilarlo, será una gran tarea, una vez que llegue y no buscar una chamba a su lado para callar o justificar sus incapacidades, que como toda persona, seguro que las tiene.
La experiencia con Andrés Manuel López Obrador, hoy candidato presidencial, durante su jefatura fue importantísima.
Nos callamos frente a su permanente negativa a reconocer las libertades y los derechos de las mujeres y de los gays.
La ciudad de México hoy está en esas manos, en las de partidos que todavía no reconocen el valor de la diferencia y los derechos de las mujeres. Vivimos ese riesgo.saralovera@yahoo.com.mx

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