COLUMNA

El Alacrán

¡UNA LUZ BLANCA INVADIO MIS OJITOS DE SANTO!

 Aunque usted no lo crea, la luz blanca que ven los moridos, en eso cambiaron mis sueños si usted no me agarre la honda será porque no vio La Crónica. Vespertino de Chilpancingo de ayer en donde describo los sueños, de Terror y los Hermosos pero sigamos adelante. Esa luz grande y hermosa invadió mis ojitos de Santo. Aparecía una Ninfa, y no es la Ninfa del Mercado, esa Gorda que tiene cintura de Hipopótamo, es una Ninfa del Olimpo, hermosa, deliciosa, sensual, con un rostro y cuerpo fuera de este mundo, Chispas, Rayos y Centellas, esto no puede ser. No puede ser.
Vestía una túnica transparente, y sin choninos, en el triángulo del Monte de Venus se notaba, que no habían pasado los talamontes estaba pachón, pachón. De bellos púvicos sus pechos estaban erectos y firmes, sus pezones se veían duros, y rosados. Hay Chuchito ahora si me pusiste, en un lugar apropiado con una vista hermosa. No la pesadilla que me metiste al soñar a las meretrices de Elba Esther Gordillo Morales, y la cucha de Beatriz Paredes Rangel, que suplicio, que suplicio, pero dejemos estas dos ¡gargolas! de Castillos Medievales, y sigamos con la Ninfa del otro Mundo. Ella se acercó a mi con pasitos chéveres, estiró los brazos y me tomó de la mano, una mano suave y tersa, no como las manos de tortillera ella se acercó tan lento y sensual que su cuerpo quedo rozando mi piel y sus mejillas, y no digo cachetes por que eso los tienen Angel Heladio Aguirre Rivero y su mascota de cuchi Jorge Salgado Leyva, sus mejillas rosadas tenuemente se acercaron a mis mejillas su aliento era de Jazmín, al sentir su cuerpo cálido, ella comenzó a besarme la frente tan suave y lento después la frente , mis sienes, mi nariz, mis mejillas y acercó sus lindos labios a los míos, se dirigió suavemente a mis orejas y comenzó a pasar su lengua por los lóbulos de mi oído, comencé a elevarme y siguió con mas besos en el cuello, mis pechos, mis pezones que estaban duros, la piel la tenia chinita, su lengua siguió con mi ombligo, mi vientre hasta llegar a mis Ingles, siguió con mis piernas tan suavemente, que llego a mis dedos de mi pie y comenzó a chuparlos, mi cuerpo se estremecía, comencé a descender y a la altura de ella colocó su Monte de Venus, junto al mío, se frotaron suavemente con frenesí. No éramos dos solamente uno, el éxtasis estaba por llegar a su fin ¡Desperté! y el atole todo embarrado en mis calzones. Que sueños, que sueños. A Piocanchis no le a pasado esto a Usted. El mejor sexo con una mujer se realiza en los Sueños.

Los Quiere Cecilio.

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