COLUMNA

Cosmos


Héctor Contreras Organista


«¡Qué bonito es no hacer nada;
y después de no hacer nada: Descansar!»
(Frase atribuida al «Poeta Tlacololero»)
En el jardín central de la ciudad de Chilpancingo hay un lugar frente a la histórica catedral de la Asunción al que la gente le llama y conoce como «El Árbol de los huevones» (flojos, perezosos, improductivos, indolentes, inútiles: ¡Periodistas, pues!) de Chilpancingo.
La novedad es que ya no se llama así: «Árbol de los huevones». Es ahora «La Sucursal de doña Romana», dama respetable ya fallecida (y siempre bien recordada por ser muy trabajadora) que dedicó su vida a la venta de frijol, semillas… y ¡Chile Seco!
Debido a que en ese sitio llamado «El Árbol de los Huevones» se dan cita una buena cantidad de ancianos a los que dicen que ya ni con el Himno Nacional o con viagra se les anima el gusto, la gente lo rebautizó y comenzó a llamarle la «La Sucursal de doña Romana». Hasta donde se sabe fue Pepe «La Pachurra», recientemente fallecido, el de la idea.
La tienda de la señora Romana, que no era de Roma sino de Mochitlán, se localizaba en la antigua calle de Ayuntamiento esquina con Zaragoza. Murió, la tienda cerró sus puertas pero «la sucursal» sigue en pie y en alegre camaradería en la plaza central.
En Chilpancingo, como en cualquier otro pueblo o ciudad donde hay huevones, generación tras generación se han dado cita los jubilados y los flojos que siempre andan buscando trabajo pidiendo a Dios no encontrar.
Mientras discurre la mañana al calor de la charla y las miradas libidinosas se multiplican ante los encantos que despiertan entre los contertulios el paso de las Venus surianas que cruzan por el jardín chilpancingueño, Jardín de Flores, basura, ratas, aseadores de calzado, vende chicles-dulces y bellezas, porque lo que sobran son las ratas entre las jardineras, y se llega la hora de ir «a la frita», es decir la hora de comer, los obsesivos adoradores del huevo se dedican a platicar de temas diversos.
Se entregan al apasionante esfuerzo de «hojalatear» el mundo, a charlar sobre temas de actualidad, a retrotraer historias múltiples del Chilpancingo del ayer o bien a criticar a las respetables autoridades y a la otra legión de colegas suyos, a otros huevonazos como ellos que en este caso son los funcionarios, los políticos, diputados, senadores y toda esa nauseabunda especie en franca extinción –al menos los del perderé- que viven mamando del presupuesto y a costillas de los mexicanos que sí trabajan y sí pagan sus impuestos.
Hoy pasamos por ahí. Y lo de esta mañana, lo que se criticó del ayuntamiento local es que «quienes detentan el poder municipal echaron a la basura toda la historia Patria. No cuenta. El sentimiento que despiertan la ceremonias del Grito de Dolores, el desfile, el acto heroico de los Niños Héroes, el Primer Congreso de Anáhuac, la instalación de motivos septembrinos luminosos en las paredes del edificio municipal y en las calles de la ciudad, no se hizo».
Nosotros, claro, por la gran amistad salimos en defensa de la administración municipal que empezó don Héctor Astudillo Flores y que no acabó, como jamás ha concluido la responsabilidad pública como funcionario en ningún cargo. Pero de manera contundente fue rechazado nuestro argumento de defensa. De «periodista chayotero defensor de las ratas municipales» no me bajaron e inclusive fue imposible la defensa contra las mentadas de madre para las autoridades municipales.
De lo que queremos que quede constancia es que ¡otra vez! sin que nadie lo pidiera, dimos la cara por nuestras autoridades municipales en la sesión de hoy de «La Sucursal de doña Romana».
Fue una batalla dispareja, obviamente, porque como decía Jorge Soria Murillo, locutor en la XEPI de Tixtla: «Lo que se ve, no se juzga».

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