jueves, 11 de octubre de 2012

COLUMNA


La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre

 Todo es tan relativo bajo la viña del Señor, inclusive el mismo poder terrenal, que es tan vacuo, vano, tan lleno de nada, en donde un alcalde, un diputado, un secretario de despacho, o un gobernante, mareados de supuesto dominio sobre los demás, ordenan hasta disparates.

No finaliza la aventura, este día, hay que seguir tejiendo la trama de esta historia, donde el pueblo sigue pasivo, y adormilado en su Limbo del miedo, y el dolor de vivir sólo porque sí. Ayer nos enteramos de que en todos lados se cuecen habas y en todos lados hace aire, mal aire si se quiere.
En el país de las maravillas, una larga lista de reporteros a modo, con dádivas de montos diferentes, sólo por ser amigos del poder, desnudaron la fláccida y endémica política de Comunicación Social que aplica Pedro Julio Valdés Vilchis, hombre metido a periodista por tradición paterna, y heredero de un medio local en Chilpancingo.
Es ya la segunda ocasión que funge como director de Comunicación social en el gobierno del estado, y es tan rústica la forma de entenderla y practicarla, que no se requiere de mucho seso ni mucha inteligencia para descifrarla: boletín y foto, y la premisa de entablar «amistad» con medios y reporteros, mediante el halago fácil al patrón, y la nota de ocho columnas zalamera.
Jamás decir algo en contra del patrón, y recibir todas las prebendas posibles, incluyendo inclusive en esta inclusión incluyente, premios de periodismo o reconocimientos por el trabajo de caravana al poder, con entrevistas a modo, preguntas fáciles y para el lucimiento del jefe.
Pedro Julio Valdés Vilchis ya fue director general, con el mismo jefe y los mismos tonos, inclusive con el mismo personaje segundo al mando, ese mismo que dice que ve en Guerrero un cambio sustancial y que todo va muy bien en este retazo del país de las maravillas.
Y todo habría de ir bien, si el enemigo no se escabullera dentro del mismo gobierno, ese que filtró documentos de esto y lo otro, donde si bien se exhibieron a periodistas estancados en los años del PRI hegemónico, también se relató la pobre forma de entender las políticos de esta área, en la que si bien debe impulsar la imagen del jefe como eje central, también debe de retratar el desarrollo real y la huella que deja.
Varios nombres se han dado a conocer en una lista de casi 400 comunicadores que en las entendederas de Pedro Julio Valdés Vilchis, deberían de ayudarle a crear un mundo de fantasía en este estado depauperado y lleno de problemas, atado a las políticas paternalistas y del dame o «si no allí te voy».
Hay que decir que uno de los grandes problemas de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, el anterior gobernador, además de su soberbia y aires de suficiencia, fue pelearse con la prensa, eso le hizo mal y se indigestó, además de que contaba con un director nulo en el área de Comunicación social, como Manuel Nava García, que para todo tenía que pedir autorización; pero en lo que hace a la era siguiente, con Pedro Julio Valdés Vilchis, la obra de hecho no existe, y sí, todo un ejército de maquilladores.
No se trata, por supuesto, de llegar a los extremos, porque en ambos casos con los periodos de ejemplo así a lo pronto, se puede presumir que han cometido errores. Es complejo así a lo pronto, pues de entrada el manejo transparente y eficaz de los convenios de Comunicación Social, deben de empezar a abrirse camino.
Eso sería sano, pues si los medios reciben un buen convenio, también se verían obligados a pagar un buen salario a sus reporteros, así como prestaciones que marca la ley, seguro de vida, aguinaldo, préstamos, entre otros rubros que contempla y debe tener un trabajador.
A partir de aquí, hay que diferenciar lo que es publicidad, y lo que es información, que es un tema por demás importante. Si se llega a este punto, entonces, y sólo entonces, podemos decir que el pueblo tendría un periodismo a su altura, a la altura del pueblo, que es el patrón original, y máximo jerarca de la comunicación, y por supuesto, los jefes no son los políticos, sino en todo caso, son los primeros sirvientes.

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