jueves, 4 de octubre de 2012

COLUMNA

 
Cosmos


Héctor Contreras Organista


¡Para Luz… la de San Francisco!

Hoy es el día en que se recuerda a San Francisco de Asís quien nació entre los años de 1181 o 1182 y murió el 3 de octubre de 1226, a los 44 años de edad.
Su vida ejemplar enmarcada por la caridad y la pobreza son la base fundamental para que a 786 años de su muerte se le siga venerando en la iglesia católica.
Son muchas las virtudes que se le atribuyen a San Francisco, particularmente los Estigmas y su vida entregada a la oración y al ayuno, al auxilio a los enfermos, a los leprosos.
Su ejemplo ha inspirado a poetas como Rubén Darío a escribir «Los Motivos del Lobo» obra que se disfrutó y sirvió de reflexión a quienes la conocieron.
Es la historia de cómo Francisco fue a buscar a la fiera que atacaba a los habitantes de la ciudad de Gubbio. Logró hacer un pacto con él al «convencerlo» de no seguir sus fechorías.
Rubén Darío fue mucho más allá de la historia y obsequió a la literatura un relato que pudiera definirse como «La Recaída del Lobo» cuando vuelve a la montaña, con su ferocidad y su saña.
De la fiesta más importante que se festeja en nuestra ciudad de Chilpancingo con la celebración de la Feria de San Mateo Navidad y Año Nuevo, la base es sin duda San Francisco de Asís.
Estando en Umbría, San Francisco quiso celebrar la Navidad de 1223 en una loma rodeada de árboles y llena de cuevas de un terreno propiedad de Juan, noble de la ciudad de Greccio.
Montó un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores acudieron a la misa en procesión. Allí asistió como diácono y predicó un sermón.
Aunque no fue la primera celebración de este tipo, es considerada un importante evento religioso, una fiesta única que, ya en sus últimos aleteos se siguió festejando en Chilpancingo hasta 2011.
Lo que sigue a partir de 2012 en nuestra ciudad nada tiene que ver con el festejo que inició el Santo de Asís, «alma de querube y lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís».
Francisco de Asís nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pietro Bernardone dei Moriconi y Donna Pica Bourlemont; tuvo al menos un hermano más, de nombre Ángelo.
Su padre era un próspero comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales.
Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por lo que su padre lo apodó después como Francesco o «el francesito». El origen del apodo «Pancho» se desconoce.
Su invocación más conocida es: «Dios mío, concédeme consolar y no ser consolado».

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