miércoles, 14 de noviembre de 2012

COLUMNA


La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

 Acapulco, a un punto de la indigencia. Con la expresión de «yo no fui» sino gobiernos perredistas, de Manuel Añorve Baños, y enfrascado en un intercambio de acusaciones en noticiero de radio con el alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto, es como se abarata la situación del desastre financiero que vive el municipio más importante de la entidad.

Luis Walton, el de Movimiento Ciudadano, acusa, de hecho, que Manuel Añorve heredó una deuda de más de 2 mil millones de pesos, de los que sólo en su periodo, la hizo crecer con mil 500 millones de pesos, situación que por supuesto y se entiende, niega de manera vertical el ex candidato priista a gobernador.
Se ha consumado el show político como el propio PRI llamó el toma y daca entre los personajes mencionados, las quejas por un lado, las negativas o rechazos del otro, y la salida heroica de quien dice que verá a Enrique Peña Nieto para salvar Acapulco, el municipio otrora de primer mundo, de la farándula, del glamur y jet set.
El gobernador, Ángel Aguirre Rivero, que ha entrado a escena, sin fuentes danzarinas, hay que decirlo, se dijo sorprendido del boquete descubierto, pues no sabía que era tan grande, por lo que avaló que se investigara a Manuel Añorve, por esos escandalosos más de 2 mil millones de pesos que debe Acapulco, así, en los tonos que dice que quien debe ese mar de dinero, es el pueblo.
En este tema inclusive ha entrado al reallity show, con la carga de desgraciado a ratos, pero del «buena gente» en un enfoque aparte, Rubén Figueroa Smutny, quien fue de los primeros que llamaron ladrón al ahora diputado federal, y de paso, ya ahora, ha exigido que por dignidad, su correligionario renuncie a la comisión de Vigilancia a la Auditoría Superior de la Federación, de la que Añorve es secretario, pues es incongruente.
Si bien a últimas fechas han recibido ayuda externa como las críticas del PRD y los señalamientos con datos duros de Movimiento Ciudadano, los priistas solitos se están deshaciendo, pero el tema central no es la exhibición de las miserias personales tricolores, sino en la desesperante situación en que se encuentra Acapulco, del que ya no es ni su sombra.
Acapulco ha ido de una a otra, y que algunos han aventurado a decir que todo surgió a partir del huracán Paulina, y que el priista Juan Salgado Tenorio, mientras los acapulqueños morían entre el lodo y la desidia oficial, se paseaba en la Unión Americana en unas merecidas vacaciones de lo tanto que nunca había hecho.
Al rato, y tras el incremento de la violencia, que no ha visto menguar pese al Operativo Guerrero Seguro, le arrebataron al puerto, el tianguis turístico, descendió la ocupación hotelera que es relevada por actores y cantantes, a los que el gobierno del estado ha tenido que pagarles, lo que todo en conjunto, ha concluido en una pobreza urbana que alarma.
Ya Acapulco ha tenido que soportar a un Félix Salgado Macedonio, que de repente tuvo tanto dinero que adquirió bienes muebles e inmuebles por aquí y por allá, y se pagó varios caprichos, se hizo millonario pues, y como si el desastre no hubiera sido suficiente, llegó Manuel Añorve.
Un hombre, el priista, quien fue acusado de utilizar el dinero público para su campaña a gobernador, bajo la idea de que si ganaba, todo lo pagaría ya como mandatario estatal, todo pues en la historia de la impunidad de siempre. Acapulco se hunde, como muchos municipios otros del estado, pero el caso del puerto, es más evidente porque en sus años dorados, el estado descansaba financieramente en él.
De tan suerte que le decían la capital económica de Guerrero, y hoy por hoy, tras las pésimas políticas públicas, está a un paso de la indigencia, mientras los culpables que seguirán negando su responsabilidad, están libres y gozando los premios que les dieron por su actitud delincuencial.

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