viernes, 15 de febrero de 2013

COLUMNA


La diputada y su minifalda 

 Apolinar Castrejón Marino 


La famosa diseñadora francesa Gabrielle Cocó Chanel decía: «Viste vulgar y sólo verán el vestido, viste elegante y verán a la persona». A Lola García, directora de «SOLUCIONES EFICACES», le gusta tener siempre presente las opiniones de gente que se ha destacado positivamente en la sociedad.
La socióloga y diseñadora de imagen afirma categóricamente que casi todas las personas conocen qué es la etiqueta en el vestir, y también saben cómo se debe asistir a los diferentes entornos, según sean de carácter especial o de nuestra vida cotidiana.

Saber vestir en cada situación, combinando las prendas de una forma correcta y eligiendo lo más adecuado mostrará buen gusto, sociabilidad, y por extensión transmitirá que es una persona con la que se puede tener un buen trato.
Las formas de vestir demasiado innovadoras resultan inadecuadas, pues aun quienes seamos lerdos en materia de sicología, sabemos por experiencia que algunas conductas frívolas o narcisistas, o la pretensión de destacar por la indumentaria, frecuentemente, son intentos de encubrir complejos y traumas.
Buscamos la opinión de Lola García acerca de cómo vestir correctamente en el ambiente profesional, a raíz del escándalo creado en torno a la diputada Crystal Tovar y su chikifalda, en el congreso. 
«No hay duda que la forma en la que vestimos dice mucho de nuestra imagen personal y de la empresa o institución a la que representamos». «El vestuario es una cuestión muy visible y por tanto, su elección ha de ser cuidada para que transmita lo que se desea». 
Cuidar esta parte de la personalidad, es una ventaja en la lucha en el trabajo, en la competencia por las mejores posiciones y en la confrontación con nuestros competidores. Desde luego que por razones prácticas, los campesinos, los albañiles y los obreros no tienen necesidad de cuidar este aspecto.
O quizá sí. Un campesino sucio y andrajoso, un albañil con los pantalones a media nalga y un obrero con el overol lleno de grasa, puede indicarnos que también sea descuidado en su trabajo. Y no compraremos sus productos, ni emplearemos sus servicios. El arreglo personal es una de las cuestiones prioritarias para la gente que desea ser respetada y que sea considerada como importante.
Pertenecer a una sociedad requiere sujetarse a reglas, nos gusten o no. Las reglas de urbanidad y buenas costumbres que no son condenadas por los códigos civiles o penales, son sancionadas por el jurado implacable de la opinión pública que emana del pueblo.
Las constituciones y en los códigos reglamentan y sancionan nuestra conducta con penas corporales y económicas. Pero también hay otras reglas de urbanidad y buenas costumbres, que regulan nuestra convivencia y armonizan el trato entre los individuos.
Existen una serie de reglas para vestir en el trabajo según el cargo, departamento en el que labore, tareas y funciones asignadas, tipo de entidad u organización, etc. No será lo mismo si trabaja en una entidad financiera donde el porcentaje de contacto con personas es muy elevado, que trabajar en una empresa de embalajes. 
Lola García enumera algunas recomendaciones sobre los tipos de vestuario a utilizar en el entorno laboral y profesional de las mujeres. Nunca falla portar colores oscuros como el azul marino, negro o grises, que proyectan más profesionalismo. Utilizar un traje (Blazer) con falda, vestido o pantalón. 
Los trajes bicolores o estampados dan un toque más informal y alegre, pero también son elegantes, a condición de no abusar de las tonalidades o colores excesivamente llamativos. Se recomienda blusas de un color más claro, lisas o estampadas, pero que no sean muy ajustadas o escotadas.
Las mujeres han dejado de utilizar medias cuando se ponen falda, lo cual agrega un componente de coquetería enseñando las piernas, pero el recato va muy bien con un cuerpo bien formado. Otras se sienten más cómodas con pantalones, pero deben tomar en cuenta que sean de corte clásico, y habrán de desterrar definitivamente los pantalones vaqueros, que son para ocasiones informales y para círculos privados o familiares. 
Lo más apropiado para una personalidad pública son zapatos de salón, con tacón de entre unos 4-5 centímetros. El zapato como el resto de los componentes, ha de combinarse de manera acertada y armonizando con el conjunto en general. No usar ropa transparente o algo que pueda distraer a los demás y cuidar el exceso de complementos y joyas. 

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