COLUMNA


Sin titubeos

Cayetano Cervantes Barrera

 Los grupos de autodefensa no son la solución al problema de inseguridad que aqueja a distintas comunidades de nuestro estado de Guerrero, pues no están preparados para ejercer una función policial y por lo tanto tampoco para combatir al crimen organizado.  Lo que se debe plantear al presidente de la república Enrique Peña Nieto y al gobernador Angel Heladio Aguirre Rivero,
 depurar los grupos policiacos ya existentes, hacerlos más fuertes y que actúen con estricto apego a la ley, los grupos de autodefensa no tienen una capacitación formal para ejercer la fuerza  una función policiaca, no saben ejercer la fuerza con las contenciones que, teoría, debe tener un agente de autoridad. La falta de experiencia de estos grupos se percibe en aquellos casos donde se ha registrado  un uso excesivo de la fuerza, como fue el asesinato de un joven en Tixtla, el ataque a un grupo de turistas del Distrito Federal, el atentado al ex alcalde de Tecoanapa, y la muerte a balazos de un presunto delincuente. No hay capacidad para combatir el crimen de manera directa, porque es evidente que no pueden enfrentar, en un choque directo, a una fuerza paramilitar como lo es crimen organizado. Pero tampoco indirectamente, porque no hay un trabajo de inteligencia ni de investigación de sustento y las detenciones se hacen por dichos o señalamientos de que tal persona cometió crimen.  Al oficializar estos grupos, más adelante tendríamos los mismos problemas que tenemos ahora en las corporaciones policiacas legalmente constituidas: estarán infiltradas por el crimen organizado y más aún si se toma en cuenta que en estos grupos no existen mecanismos mínimos de control.

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