COLUMNA


Altamirano en Italia 

Apolinar Castrejón Marino

 San Remo es una pequeña ciudad europea de la costa mediterránea de Italia, a donde se trasladó el ilustre maestro de México Ignacio Manuel Altamirano, cuando ya estaba muy enfermo de tuberculosis. 

Acompañado de su esposa Margarita Pérez Gavilán falleció el 13 de febrero de 1893, cuando solo tenía 59 años. Había padecido disentería, ictericia y diabetes, y cuando se desempeñaba como embajador en Barcelona, los doctores diagnosticaron que tenía asma.
Las tibias oleadas del mediterráneo, que chocan con las corrientes frías que bajan de los Pirineos, provocan turbulencias e inestabilidad del clima de Barcelona, lo cual dañó más la salud del maestro Altamirano.
Joaquín de Casasús, yerno de Altamirano, se trasladó a Europa y de inmediato se puso en contacto con Manuel Payno, que fungía como embajador en Francia, para solicitarle que permutara con Altamirano, por cuestiones de salud. Recordando su anterior rivalidad política, Payno se negó.
Casasús encontró un mejor lugar con buen clima tibio, excelente vista al mar, y la tranquilidad de su población. En cuanto pudo, trasladó a su suegro para su restablecimiento. Todos sus intentos fueron en vano, porque el 13 de febrero de 1893, Altamirano dejó de existir. Alguna vez, alguien le oyó decir: «En 13 nací, en 13 me casé, en 13 he de morir». La historia también recogió sus últimas palabras: «Que feo es esto».
Es de dominio público que Altamirano fue soldado, poeta, novelista, ensayista, diplomático, orador y maestro, pero poco se habla de su militancia en la francmasonería. ¿Será acaso porque Altamirano fue disidente de la masonería escocesa porfirista y pudo ser obligado a exiliarse en Europa? ¿Lo castigaron porque reclamaba que la masonería escocesa se había convertido en un cuerpo jerárquico muy semejante a la aristocracia nobiliaria o... a la iglesia católica romana?
Militó como masón del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Según el libro Una Contribución a la Historia Masónica de México del escritor norteamericano Richard E. Chism, el 11 de enero de 1878 Altamirano resultó electo Gran Maestro de la Gran Logia Valle de México, como resultado de «una conspiración». 
Esa Gran Logia entró en conflicto con el Supremo Consejo Escocés porque los masones, en general, no estaban contentos con el gobierno del Supremo Consejo. Altamirano y otros 200 miembros distinguidos conformaron la Gran Logia Independiente de Estado del Valle de México el 31 de diciembre de 1878.
El hermano Altamirano, por virtud de sus poderes como Gran Maestro de la Gran Logia Valle de México, se auto impuso el título de Soberano Gran Inspector General del grado 33 y, procedió a conferir el grado 33 a Ermilo G. Cantón y a otras personas más, hasta completar el número suficiente para constituir el llamado Supremo Consejo del Gran Oriente de México el 1º de enero de 1879.
Para 1884 gobernaba 120 logias y llegó a obtener el reconocimiento de autoridades masónicas de España, Rumania, Túnez, Francia, Luisiana y Brasil. Entonces publicó un manifiesto en que manifestó su rechazo a rendir a los hermanos de altos grados los honores aristocráticos...porque... se prestan al ridículo, y humillan a los hermanos de grados inferiores.
Terminamos citando unos versos de poesía «EL ATOYAC»:
Se dobla en tus rodillas cimbrándose el papayo,
el mango con sus pomas de oro y de carmín;
y en los álamos saltan, gozoso el papagayo,
el ronco carpintero y el dulce colorín.

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