jueves, 16 de mayo de 2013

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 Isaías Alanís

 Cambios en el gabinete
Andrés Granier: no andaba muerto, andaba de parranda
 Los críticos de siempre, dirán que fueron muy tarde, los más sensatos, dirán que los cambios en el gabinete del gobernador son a tiempo. Los escépticos, que nada va a cambiar. Pero los que creen en la oxigenación de un equipo de trabajo, saben que es positivo y que eventualmente hacen falta más enroques en áreas estratégicas.

Lo que hay que aplaudir, es que el ejecutivo estatal, ya comenzó hacer rotaciones y cambios a la mitad de su mandato, anunciados o presentidos desde hace un buen de  tiempo.
No es por la falta de capacidad de los que se van, sino porque en una administración que ha enfrentado los embates de manos extrañas de dentro y de fuera, algunos funcionarios han salido raspados.
Esta decisión, brinda confianza y credibilidad en el gobernador.
Sobre todo en momentos cruciales para la preservación de la vida democrática y gobernabilidad en el estado. 
En esa rumorología que precedió al anuncio oficial, salieron las uñas del tigre y las mandíbulas de iguana a relucir en la clase política, editorialistas y comunicadores. Cada quién le apuesta a su gallo, para ver que le toca. Lo importante es que el funcionario que va ocupar esos cargos, lo haga con un alto sentido ético y de servicio. Pequeño detalle que la clase política de todo el país ha perdido: honestidad, eficiencia, sencillez y capacidad de servicio a los demás. Eso mis amigos políticos, es lo más simple, sencillo y ahora, lo más difícil de encontrar en los nuevos políticos hechos al vapor, por quiniela o porque se sacaron la rifa del tigre. Que los que vengan, le cumplan a los guerrerenses y al gobernador, que no lo engañen. Y no sólo sea para satisfacer su vanidad y engrosas su chequera con el dinero de los guerrerenses. Menudo lío harto difícil de cumplir.
Qué bueno que Peña Nieto, ordenó la destitución de Humberto Benítez Treviño titular de la Procuraduría Federal del Consumidor, porque su hija, ordenó a trabajadores de esa dependencia, clausurar  el restaurante Máximo Bistrot porque no le dieron mesa. Bueno, si eso hacen los hijos, ¿que no harán los padres?
Habría que preguntarle a Andrés Granier, que no andaba presumiendo andaba de parranda

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