martes, 11 de junio de 2013



Presentación: Con la finalidad de dar a conocer el pensamiento de los 46 niños que participaron en el 8º Parlamento Infantil 2013 llevado a cabo el 7 de Junio, La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, reproducirá textualmente  los discursos que pronunciaron en el pleno de la LX Legislatura Local.
En una ocasión, el llamado libertador de América, Simón Bolívar expresó: “Las armas nos darán la independencia, las leyes nos darán libertad”.
Muy buenas tardes, autoridades educativas, legislativas y gubernamentales, estimados maestros, juventud que cultiva el arte de la oratoria, mi nombre es Aranza Quintana Aguilar y me presento ante ustedes con el tema:
“Las causas de la Independencia de México”
Esa expresión de bolívar se ajusta plenamente a la historia de México, el cual, al igual que otras naciones de América, transitó por un proceso que, buscando emancipación, alcanzó las bases de una sociedad organizada a través de su legislación.

Hablar de la Independencia es reflexionar sobre la patria y sus avances logrados y por lograr; es mantener el anhelo surgido al iniciar el movimiento, de suprimir desigualdades sociales y jurídicas por motivos raciales que en aquel entonces, aunque hoy suene increíble, eran reconocidas por la costumbre e incluso por la ley.
1810-1821, once años en que México sangró copiosamente en una lucha sin cuartel iniciada por razones diversas:
En lo interno, por la supremacía de los peninsulares sobre los criollos; la discriminación de los mestizos por ser  producto de relaciones ilegítimas; las leyes de indias que en lugar de proteger, sobajaban al indígena.
En lo externo, mientras tanto, las causas eran también variadas, como las ideas de los enciclopedistas y los economistas; la revolución industrial en Inglaterra a fines del siglo XVII; la independencia de los Estados Unidos en 1776; la revolución francesa; los derechos del hombre y del ciudadano; entre otras. 
Iniciación, organización, resistencia y consumación, fueron las cuatro etapas de la guerra de Independencia, la primera de ellas resultado indubitable de la inteligencia y pasión del caudillo más representativo: Don Miguel Hidalgo y Costilla, el “cura ilustrado”, fruto de aquel grandioso movimiento espiritual que despertaba aspiraciones libertarias e impulsos de rebelión política e intelectual.
En su contacto con la realidad social de su pueblo y su amplia cultura se encuentra la génesis de su ideario libertador.
Supo vislumbrar el hartazgo de una sociedad víctima de un sistema de prohibiciones y explotación, naciendo así su visión de un México libre, sin esclavos, sin discriminación, sin abusos.
Por ello, en aquella madrugada del 16 de septiembre de 1810, al grito de ¡Mexicanos, Viva México!, el padre de la patria llamaba al pueblo a rebelarse en contra de la dominación extranjera, ese fue el grito de Dolores, que hasta el día de hoy se sigue escuchando desde lo más profundo de nuestro ser. 
Y cómo dejar de mencionar a otro gran héroe, al siervo de la nación, a quien le diera el nombre a este preciso lugar en que estamos posados, a ésta nuestra Plaza del Primer Congreso de Anáhuac, aquí, en éste lugar, en esta ciudad Capital del Estado de Guerrero, precisamente aquí sobre éste mismo suelo y bajo este mismo sol, sesionó el primer cuerpo legislativo de nuestro dilatado país en 1913, aquí, justo aquí, fueron presentados los “Sentimientos de la Nación” por éste gran héroe nacional: Don José María Morelos y Pavón.
Consecuencia de esa lucha por un México independiente, fue la creación de la Constitución de Apatzingán, primera Carta Magna de la nación, en la que quedaron sentadas las bases de nuestra legislación actual que a su vez, sostiene a nuestra sociedad. 
Respetable auditorio: al conmemorar el día de hoy el resultado del movimiento por la independencia nacional, es menester rememorar con orgullo a nuestros antepasados que vivieron y murieron en aras de que las generaciones actuales disfrutáramos de ese valor fundamental llamado libertad.
Hoy nos toca a nosotros, a los actuales mexicanos, seguir esgrimiendo las armas que nos permitan mantener esa libertad, pero hoy las armas son distintas, hoy las armas son las leyes, el respeto, los derechos de las personas, el trabajo de todos y cada uno de nosotros  bajo la coordinación desinteresada de los tres poderes de gobierno, cada uno en su ámbito de competencia, pero en estrecha colaboración y también la cooperación entre los gobiernos federal, estatal y municipal.
Por supuesto que el arma más poderosa es la permanente participación de la sociedad civil sin descanso, sin perder jamás la esperanza ni el ímpetu, para así poder seguir gritando: ¡Que viva México! Y ¡Que vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad! 

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