miércoles, 24 de julio de 2013

COLUMNA

No sabes con quien te metes 

Apolinar Castrejón Marino


La Ciudad de Chilpancingo se ha vuelto demasiado peligrosa. Los hechos de sangre son cosa de todos los días, mientras el Presidente Municipal se encuentra de viaje por Europa, y del Secretario de Seguridad Pública, nadie sabe siquiera su nombre. 
En una conocida tienda ubicada en la zona norte, el personal “de seguridad” marcó el alto a un cliente para pedirle su comprobante de pago (tiket), según sus mecanismos de control.
El cliente se molestó por los claros indicios de desconfianza, y alegó que no era ningún ladrón. Pero el personal de la tienda no estaba dispuesto a ver vulnerada su “autoridad”, por lo cual insistió al cliente que demostrara que había pagado la mercancía.

El cliente tomó su teléfono celular e hizo una llamada, pero nadie le dio importancia. A los pocos instantes apareció otro joven que traía una escopeta en la mano, y venía al “rescate” de su amigo. Si advertencia previa disparó contra el empleado, que ya corría a esconderse en el interior de la tienda.
El disparo salió con dirección de las cajas, por lo cual una cajera fue alcanzada por algunas postas. Ya sin que nadie les obstaculizara el paso, los dos jóvenes salieron de la tienda, abordando la camioneta en la que llegó el joven de la escopeta.
Ese mismo día, pero por la mañana, en el centro de la ciudad se registró un percance menor entre dos automovilistas. Solo por descuido, un conductor dio un ligero golpe en la defensa de un taxi local. Nada personal.
El “laminazo” no debería costar más de 100 pesos, pero como los conductores del servicio público son más “valientes” y montoneros que los guajolotes, de inmediato se comunicaron por radio para cercar al “agresor”. En instantes, se armó una persecución, como en las películas.
El perseguido avanzó de norte a sur por la avenida Alemán, que es una de las más céntricas. Al llegar a una encrucijada, decidió cambiar de dirección hacia la avenida menos transitada, que va hacia las colonias populosas. Al llegar a la parte más alta (Colonia Viguri), cansado de la persecución detuvo su auto, y al instante fue rodeado por los choferes. 
El individuo bajó para confrontarlos, pero al verlos muy agresivos, sacó de entre sus ropas una pistola e hizo fuego en contra del chofer más cercano, impactándolo no’más con 4 disparos. Murió de muerte natural, según la vieja sentencia ¡No sabes con quien te metes! Era natural que muriera, con todo ese plomo en las entrañas.
Y así es cosa de todos los días: muertos, heridos y “levantados” ¿Cómo explicarse que según Enrique Peña, la inseguridad ha disminuido? ¿Cómo entender que la fuerza pública es más segura, si los policías que no acreditan los exámenes de control y confianza, no pueden ser despedidos porque no hay dinero para pagar su liquidación?
El gobernador está peor, en su cajita de confort, rodeado de aduladores y manipuladores, que lo hacen sentir como un gran estadista. No se necesita ser un experto en sicoanálisis para advertir la soberbia en declaraciones que ni vienen al caso. 
Respecto al asunto del hambre, dijo recientemente que “…no se va a quedar callado, pues en Guerrero si hay hambre”. ¿Así, o más incongruente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.