viernes, 20 de septiembre de 2013

ARTICULO

Contingencia y efectos políticos

“En sistemas legítimos, una quiebra de la eficacia, repetida o permanente, amenaza la estabilidad del régimen”. S.M. Lipset

Efraín Flores Maldonado

Desde tiempos remotos, las contingencias climatológicas y las epidemias han sido símbolos que ponen a prueba las fortalezas y debilidades del poder público. Catástrofes físicas han sido la ocasión para que los reyes y emperadores permanecieran en la seguridad de sus palacios o se ubicaran en las calles al lado de su pueblo, auxiliándolos, protegiéndolos y alimentándolos. Eso fortalecía o debilitaba en cada caso la imagen y el poder legal y político de cada gobernante. Sin embargo, cuando las crisis económicas o las contingencias ambientales son superiores a la capacidad gubernamental para remediarlas, el poder público desfallece y en ocasiones desaparece.
Así paso en los tiempos de la revolución francesa cuando el rey Luis XVI intento elevar los impuestos  provocando una rebelión popular que lo obligó a convocar a los Estados Generales que no se habían reunido en 150 años y que una vez constituidos, provocaron el derrumbe del rey y su decapitación. Así pasó en la nueva España, cuando la ambición económica hizo que  la España peninsular elevara los impuestos a través de lo que se conoció como las Reformas Borbónicas; la ocupación de España en 1808 por parte del imperio francés, fue solo la gota de agua que derramó el vaso e hizo posible el movimiento de independencia de nuestro país. En los tiempos modernos las catástrofes ambientales o físicas han tenido también consecuencias de diverso calibre en donde suceden; en los 70´s un gran terremoto en Nicaragua hizo posible que el dictador Anastasio Somoza convocara a la unidad de su pueblo, se confundiera en las calles auxiliando a los damnificados, recuperando espacios de prestigio político y permaneciendo en el poder por algunos años más. Después fue derrocado y finalmente asesinado. En México en las últimas décadas las catástrofes ambientales han tenido consecuencias contrastantes; en Tabasco una gran inundación debilitó políticamente al Gobernador Roberto Madrazo, porque no tuvo los recursos económicos y materiales oportunos y suficientes para resolver las carencias de la población. En ese mismo Estado, décadas después una catástrofe similar incrementó significativamente el poder político y el carisma personal del Gobernador
Andrés Granier, quien se fue a vivir a los campamentos con los refugiados. En Chile hace algunos años, la catástrofe en una mina que sepultó a decenas de trabajadores fue el espacio favorable para fortalecer al gobernante de ese país, quien estuvo en las fronteras de la mina hasta que rescató a los sepultados. Actualmente los dos ciclones que han afectado todo México, seguramente fortalecerán la imagen pública del Presidente Enrique Peña Nieto, pero siendo insuficientes los fondos, los gobernadores de los Estados afectados, tendrán que enfrentar el problema con recursos económicos y políticos propios. En Guerrero AAR tiene todo para salir airoso de este conflicto, sobre todo si en lugar  de un Ministro universal o de un Asesor  con funciones de Primer Ministro, saca a trabajar a las calles a toda la estructura de su gabinete. En cada municipio AAR necesita mandos únicos y auténticos y expertos operadores políticos y a su lado honestos administradores de los recursos económicos y materiales que serán aplicados. Desde luego también necesitará técnicos de alto nivel para restablecer los daños materiales. Cuidar que los afectados no se desesperen y sean manipulados por líderes vivales, porque entonces el problema material podría convertirse en un gigante problema ficticio que pondría en riesgo la capacidad de respuesta del Gobernador y la estabilidad política del Estado. Debemos apoyar con todo al Ejecutivo Estatal para que bajo su experto oficio político volvamos a la normalidad, recuperemos la paz y el bienestar de todos los guerrerenses. Es todo.    

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