martes, 26 de noviembre de 2013

PRIMERA PLANA

Ofrece  Adolfo Calderón no 
defraudar a sus compañeros


Héctor Contreras Organista.- Hace unas horas dialogamos con nuestro amigo Adolfo Calderón Nava. Pretende ser secretario general del Sindicato Únicos de Servidores Públicos del Estado de Guerrero (SUSPEG), entidad de defensa laboral fundada en Guerrero en 1945 y que aglutina a casi 30 mil trabajadores del gobierno del estado, maestros, principalmente, burócratas, empleados de instituciones descentralizadas y cuya historia sindical es de lucha, de un constante batallar.

Veintinueve han sido los dirigentes que desde 1945 a la fecha han desfilado por esa titularidad histórica. Desde el legendario y querido maestro Benjamín Mora Chino hasta el actual secretario, David Guzmán Sagredo, por lo que si las votaciones le favorecen el próximo viernes 29 de noviembre, como no hay duda que así sucederá, Adolfo Calderón Nava ocupará el lugar número 30 como secretario general del SUSPEG.
Adolfo tiene como distintivo de vida, como carta de presentación la humildad, la formalidad, la educación, el carácter y hay que decirlo como es: Vale por su palabra. Un don de gentes que para sus compañeros es la garantía plena de que será uno de los mejores secretarios generales que conduzca a puerto de venturosa conquista laboral al SUSPEG, sindicato tan, pero tan necesitado de entrarle a una lucha formal que conquiste y reconquiste todos y cada uno de los beneficios a que tiene derecho la clase laboral suriana, radicando su esperanza en el nuevo líder.
-Al mismo Adolfo agradecimos la oportunidad de dialogar con él y le preguntamos: ¿Quién es Adolfo Calderón Nava?
“Mi estimado Héctor, gracias a ti por esta entrevista y este acercamiento. Adolfo Calderón Nava nació el 25 de enero de 1969 en la comunidad de Oxtoltitlán, municipio de Teloloapan, es una persona que ha venido preparándose, dar lo mejor de sí mismo y hoy en día la confianza que nos hemos ganado es en base al trabajo, la responsabilidad y a la confianza que nos han brindado las personas que nos han puesto en los espacios de las dos dirigencias dentro del Comité Central Ejecutivo”.
-Hazme favor de darme en el nombre de tu familia, de tus padres, de tu esposa, de tus hijos y hermanos…
“Mi papá, Carmelo Calderón Urióstegui, mi mamá Rosa Nava Palomares, mi esposa  Edith Jiménez Jiménez, mis hijas Julisa, Heydee y Alondra Calderón Jiménez”.
Adolfo estudió preescolar, primaria y secundaria en Oxtotitlán, municipio de Teloloapan; el Bachillerato lo realizó en Xoxocotla, Morelos (cerca de Zacatepec), estudiando en un Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario. Al terminar su carrea como Técnico Agropecuario se acercó a las autoridades educativas de Guerrero quienes le proporcionaron 15 horas de enseñanza con Tecnología en la comunidad de Tlanicuilulco, municipio de Quechultenango donde estuvo laborando cinco años, luego decidió seguir superándose, gracias al apoyo de doña Rosita Nava Palomares, su mamá, quien siempre le motivó a seguir superándose.
Por ello es que se inscribió en la Normal Superior “Benito Juárez” de Cuernavaca donde hizo la Licenciatura en Ciencias Sociales.
Después de 16 años de estar frente a grupo ingresó a la Sección 52 del SUSPEG (Secundarias) como Secretario de Finanzas de esa Sección donde estuvo dos años, posteriormente se vino el proceso electoral en el Comité Central Ejecutivo donde ganó Luis Román Miranda (2005) y lo invitó a colaborar, lo instaló en la Secretaría Privada desde donde conoció la problemática del SUSPEG y pudo relacionarse con la estructura sindical a nivel estatal.
-Adolfo, hay tres momentos importantes en la vida de quien pretende ser secretario general del SUSPEG: En el que reflexionas y dices: Yo puedo. En el que dices: Yo quiero y el tercero es la consulta con la familia. Supongo que es así, ¿tú, cómo los viviste o los vives?
“Mira, Héctor. Al ingresar al Comité Central Ejecutivo me internaba desde las ocho de la mañana, yo sabía cuál era mi responsabilidad. No salía hasta diez o doce la noche, hasta que dejaba acomodado el último documento y resuelto el último problema de ese día. Desde ese momento la familia comienza a resentir y dice: Bueno, ya nos olvidaste, ya no estás con nosotros. Sin embargo yo soy una persona que cuando me dan un encargo trato de no quedar mal y para mí era una gran satisfacción servir a mis compañeras y compañeros. Yo hablaba con mi esposa y con mis hijas de tal manera que ellas entendieran que era una oportunidad que me estaba dando la vida pero que me estaba dando una persona a la cual yo no podía defraudar, más sin embargo ellos no dejaban de aprovechar cualquier momento para decirme: nosotros estamos, existimos.  Pero ese afán de servir en mi lo traigo gracias a mis padres, sobre todo a mi madre que ella siempre nos inculcó valores. Valor de la responsabilidad, de cuando alguien te encomienda algo, tienes que cumplirlo. Entonces en mí de ahí nace ese espíritu de servicio y le decía a mi esposa y a mis hijas: Ténganme confianza, yo quiero cumplir con la responsabilidad que me dieron. Ellos se fueron acostumbrando a mi ritmo de trabajo, llega el momento en que termina ese periodo, mi intención era continuar en el Comité Central, en algún otro espacio para poder seguir sirviendo. Por mi mente no pasaba la secretaría general, era el momento de quedar bien con la persona que me había dado la confianza.
Después de que viene el proceso jurídico entre los dos candidatos del proceso anterior, de Héctor Acevedo con David Guzmán, me vuelvo a involucrar. Me invita David (Guzmán Sagredo) a que no lo dejara, que lo acompañara porque yo conocía y tenía el acercamiento con las estructuras y se necesitaba de los secretarios seccionales y se necesitaba de los delegados al Congreso para poder seguir dando la batalla en el Tribunal, en lo jurídico, porque era una guerra de dimes y diretes, que si era David que si era Héctor.
Desde ese momento, yo me acuerdo, tengo bien presente, Héctor, de que me hablaba David: Vamos, acompáñame a tal lugar o te encargo este asunto, te encargo el otro. Y en una ocasión, yo recuerdo que estábamos en la casa a punto de salir con mi familia, a comer. Era un sábado. Y entra la llamada a mi teléfono y me dice David: ¿Sabes qué? Quiero que me acompañes. ¿Dónde estás? Estoy en la casa. Y yo estaba ya fuera de la casa, íbamos a comer con mi familia. Y me dice: te espero en quince minutos en tal lugar porque vamos a Acapulco a seguir negociando para que logremos el propósito. 
En ese momento le dije a mi familia: ¿Saben qué? Lo siento mucho. Nos regresamos, habrá más tiempo. Y ahí mi hija me dijo: (En esta parte de la entrevista Adolfo Calderón Nava no siguió narrando. Se le humedecieron los ojos y guardó silencio, recordando emocionado aquella anécdota con su esposa e hijas… Luego de unos minutos, continuó refiriéndonos su vivencia): Me dice mi hija Heydee: Papá, mejor tú deberías ser el secretario (un nuevo largo silencio y emoción muy humana), para luego agregar con honestidad: Ahí entró la idea de Adolfo y decir: ¡Tiene razón!, ¿Por qué no? Conozco el sindicato, conozco los problemas, hay confianza. Vamos a trabajar”.
-Adolfo, es una anécdota muy preciada para tu familia y para ti, ¿de algún modo crees que es Dios quien manda sus mensajes por medio de los hijos?
“Yo tengo mucha fe en El. Creo mucho en El. Me lo han inculcado desde que yo era muy chico. Nunca he perdido la fe y creo yo que se manifestó en ese momento en mi hija. Fue algo que me motivó a seguir luchando en ese proceso jurídico que tanto daño hizo a las compañeras y compañeros y yo me llevé grabadas aquellas palabras, dije: Tiene razón. Me fui al encuentro con David y nos fuimos a Acapulco, y eso fue lo que a mí me dio fuerza. Y siempre tuve la confianza y la fe de que David iba a quedar como secretario general, porque yo siempre dije: No robamos, no matamos, no le hicimos daño a nadie, es algo que se logró con trabajo y con el esfuerzo de todos los que confiaron en el proyecto de David y en los que han confiado en quienes estamos cerca de David y de ahí en adelante, Héctor, el trabajo de un servidor fue incansable, en el sentido de no defraudar la confianza, esa confianza que nos han dado y que los principios que traemos son fundamentales y esos valores los traemos de la casa”.
Adolfo Calderón Nava, un trabajador guerrerense con  muchos deseos de servir a sus compañeros desde la dirigencia del SUSPEG.

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